Reformas institucionales modernas

Ya empezó a cambiar la superficie de nuestra política, pero no sabemos cómo cambiarán las instituciones
El béisbol profesional acaba de anunciar cambios en sus reglas con miras a volverse más agradable al televidente y al intercambio de videos cortos en las redes. El ajedrez y otras prácticas deportivas se acomodan para que sus reglas y sus emociones puedan ser compartidas por la gran masa. Los evento que no podrán suceder en París, la sede principal de las Olimpiadas 2024, tendrán lugar donde su escenificación garantice el mayor alcance de redes.
Reformando reglas a instancia de las cambiantes preferencias de la opinión pública, sufren otras cosas además de la calidad deportiva: Fórmula 1, presionada por los reclamos de los bolsillos más pequeños, impuso limitaciones al presupuesto anual de innovación. Resultado: cayó la inversión en eficiencia ambiental de los motores.
En política es lo mismo. Que nuestra campaña asemeje candidatos modelo a superhéroes es en sí una caricatura que produce una cultura de dependencia, entre otras distorsiones. Es el producto que los medios tienen que publicar si quieren competir con las redes y mantener lectoría. El producto que las redes empaquetan a su estilo para competir con otros contenidos de redes.
Pero si los políticos se han ajustado al dinámico y fluido elector-consumidor, las reglas del juego institucional no cambian al mismo ritmo. Las normas que regulan la burocracia y las interacciones de los ciudadanos con el Estado siguen amarradas a diseños institucionales de hace siglos.
En béisbol dicen que no pueden garantizar el éxito de los cambios. Pero están seguros de que si no se acomodan quedarán a la zaga de otros deportes cuya base de fanáticos satisfechos crece. En política, alternativamente, el caso francés por estos días es paradigmático de cuánto puede soportar un gobierno en crisis sin saber ni tener qué hacer, sin poder cambiar de rumbo.
La reforma profunda de nuestras instituciones políticas llegará. La que capitalice finalmente los nuevos medios. La que anime y amplíe los espacios de participación, la que disminuya la opacidad y garantice transparencia total; la reforma que limite el arbitrio. La que reforme al Estado que heredamos de las revoluciones de hace varios siglos.