Joaquín Hernández: Más allá del horror (II)
El enfrentamiento no es entre Israel y Palestina sino entre el primero y Hamás
El horror de la guerra continúa en Medio Oriente. Y las expectativas de que el conflicto se amplíe regionalmente con todas sus consecuencias, se amplía.
Mi artículo de la semana anterior, publicado el lunes pasado, preveía que el ataque militar terrestre israelí a Gaza era inminente, tanto que podría estar dándose al momento de su publicación. Hasta entonces, el conflicto estaba centralizado entre el Estado israelí y la organización terrorista Hamás asentada en Gaza.
Como señaló con toda precisión, el presidente salvadoreño Nayib Bukele, el enfrentamiento no es entre Israel y Palestina sino entre el primero y Hamás. Esta distinción, por difícil que resulte mantenerla en medio de los combates, es vital para que el conflicto no asuma características regionales y peor aún mundiales.
La ofensiva militar contra Gaza no se ha producido hasta el momento, aunque hay anuncios de autoridades israelíes de que estaría por iniciarse.
Hay muchos factores que están en juego. Uno, la concentración de fuerzas militares y en general la logística con la que debe contar Israel. Otro, lo que implica dicha operación que perjudique a Hamás pero no a los palestinos. Se trata de una guerra de guerrillas urbana en un terreno conocido y preparado por Hamás. Lo peor, la posibilidad de que se abra un segundo frente con Hizbulá.
Una extensión en el tiempo de dicha ofensiva podría precipitar más actores internacionales en el conflicto, cuestión que Washington trata de evitar a toda costa. A su vez, tanto Israel como EE. UU. deben mostrar que diferencian a los palestinos de Hamás.
Mientras, Rusia está mostrando cada vez más claramente sus cartas: “Hamás ya ha contribuido a desviar la atención de Occidente de la guerra de Ucrania”. EE.UU. ha destinado un segundo portaviones a la zona, signo inequívoco del aumento de conflictividad.
El precio del barril de petróleo aumenta y las manifestaciones contra las embajadas de EE. UU. e Israel en algunos países árabes suben de tono mientras las alarmas por posible atentados terroristas suenan en los países europeos. La diplomacia está contra reloj, como decía El País.