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Joaquín Hernández Alvarado | Malas noticias desde Ucrania

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A ratos, la figura del presidente Biden recuerda a la del primer ministro británico Neville Chamberlain...

En un lúcido, pero poco optimista artículo sobre la situación de la guerra en Ucrania, la revista británica The Economist advertía sobre el cambio realista que debe adoptar el gobierno presidido por Volodímir Zelenski en cuanto a expectativas de victoria y a su capacidad no solo de detener la invasión rusa sino de que Kiev pueda retomar los territorios perdidos en 2014. Se está cumpliendo uno de los temores sobre el futuro de esta guerra desde que se inició por la invasión: que David, pese a su coraje, sea vencido por Goliat. Rusia, por ejemplo, ha experimentado gravísimas pérdidas en materiales y hombres. Pero son incomparablemente mayores que los que dispone Ucrania. A la larga, la guerra de desgaste se va imponiendo y es lo que comienza a verse en el avance ruso sobre Pokrovsk.

Una de las razones por las que Ucrania está debilitándose peligrosamente es por culpa de Occidente, que no acaba de entender el significado de esta guerra. El caso de Ucrania no es un problema local de un país que invade a otro y pone en jaque el equilibrio regional. Ucrania fue atacada por Rusia, como señala The Economist, no por alcanzar más territorio sino para impedir que ese país se convirtiera en una democracia próspera y con inclinaciones occidentales. La ayuda económica y militar ha sido considerable, pero muchas de las políticas y el suministro de armas estratégicas han sido a cuentagotas, sin caer en cuenta de que si Ucrania cae, los países europeos fronterizos miembros de la OTAN están en peligro. A ratos la figura del presidente Biden recuerda a la del primer ministro británico Neville Chamberlain, que creyó que con entregar los Sudetes checoslovacos a la Alemania de Hitler, impediría una nueva guerra mundial.

Por supuesto, no se trata de que Ucrania se rinda sin más. Lo que Occidente debe hacer entre otras cosas es invitar a Ucrania a ingresar a la OTAN, respaldado por las grandes potencias occidentales. Igualmente debe suministrar a Ucrania armamento de largo alcance para detener la ofensiva rusa. Ucrania por su parte debe renunciar amargamente a recuperar Crimea y los territorios ocupados como una de las condiciones para ingresar a la OTAN. Debe ganar tiempo y recuperar aliento. La destrucción de su territorio es terrible. Pero Rusia debe tomar nota de que hacer algo más contra Kiev llevaría a confrontar a la OTAN.