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Joaquín Hernández | Conmociones desde Venezuela

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Pero ni siquiera esta salida que resulta ofensiva a la idea de justicia es posible 

Tal cual va la situación de Venezuela al momento de escribir este artículo, la salida ideal a esta encrucijada política y social sería un proceso de transición en el que el régimen de Maduro acepta reconocer su derrota y obtiene por negociación concesiones para su familia y grupo. Suena escandaloso luego de los crímenes cometidos contra el pueblo venezolano y los sacrificios que ha tenido que soportar. Pero resulta imposible pensar que estamos en un escenario democrático donde los gobiernos que pierden el poder lo entregan a su legítimo ganador. Peor si se trata de un gobierno corrupto, violador de derechos humanos y aliado del mundo del narcotráfico.

Pero ni siquiera esta salida que resulta ofensiva a la idea de justicia es posible. Las declaraciones del régimen venezolano hasta ahora son insostenibles. No convencen a nadie excepto a sus partidarios. Pero no hay que quedarse ahí. Detrás de la matonería y la ostentación de fuerza está la urdimbre de intereses no solo nacionales sino regionales del actual gobierno venezolano y que vuelve casi imposible una transición o un acuerdo que implique dejar el poder.

Andrés Oppenheimer anotaba en su artículo de la semana pasada, El plan de Maduro para quedarse en el poder, que su estrategia era ganar tiempo y que el mundo se olvide de Venezuela. Algo más hay que añadir: exterminar a la oposición y apoyarse en sus aliados internacionales. O desatar una guerra por el Esequibo para liquidar cualquier disenso interno, unificar al país por una causa común y ofrecer a China o a Rusia un puerto en el Atlántico aparte de posesionarse de las riquezas de esa zona de la Guyana.

¿Sobre qué bases pueden llegar a un acuerdo México, Colombia y Brasil con el gobierno venezolano? Como punto de partida han pedido que el Consejo Nacional Electoral presente las actas de votación, algo que hasta ahora no ha hecho y que haya una verificación imparcial de los resultados. Maduro se niega a hacerlo no solo porque las actas mostrarían la victoria de Edmundo González Urrutia sino porque para llegar a ese punto deben estar claras las condiciones en que se produciría una transición del poder. Mientras, no lo hará o tratará, como dicen algunos analistas, de crear actas falsas.

De nuevo: lo que está sucediendo en Venezuela es un hecho sin precedentes en la historia de América Latina. No se está ante un dictador sino ante un narco-estado con raíces en toda América del Sur y aliado de países como Rusia e Irán.