Joaquín Hernández | Una época llamada la Ilustración
Ahora, lo que se vive es en cambio un clima de adolescencia, un “adolescentrismo”, como dice Agustín Laje
¡La Ilustración ha muerto! ¡Viva la Ilustración! No deja de ser una ironía que en este año en que se conmemoran tres siglos del nacimiento del filósofo alemán Immanuel Kant (1724-1804), uno de los pensadores más representativos si no el más del movimiento cultural que se denominó la Ilustración, que estuvo vigente en buena parte del siglo XVIII en Europa y se mantuvo como ideal hasta el XX, cunda por todas partes el desprecio a la razón y la exaltación de la confusión intelectual y cultural en nombre del relativismo. La célebre consigna kantiana ‘Sapere aude’, “atrévete a pensar”, cuyo solo enunciado implicaba todo un desafío ético, está hoy desprovista de sentido. ¿Atreverse a pensar en qué si no hay una identidad a la cual podamos referirnos?
La Ilustración era para Kant el ingreso en la madurez del espíritu humano. Fue la época de la Modernidad. La Modernidad estuvo definida por el imperio de grandes relatos: el de la Revolución, por ejemplo, cuyo paradigma fue la francesa. También la industrial, que se dio a finales del siglo XIX en Inglaterra y Francia, y cambió drásticamente el modo de vida de las personas. En América Latina las revoluciones de la Independencia que dieron a luz los estados nación cuyas glorias se entonan en los himnos nacionales. O el relato del progreso indefinido del género humano.
La Modernidad definida por el imperio de esos grandes relatos que daban sentido a una multiplicidad de individuos diferentes ha pasado. Nadie puede explicar cómo exactamente fue. Ahora lo que se vive es en cambio un clima de adolescencia, un “adolescentrismo”, como dice Agustín Laje. La adolescencia es un estado de búsqueda de sentido que conlleva zozobra existencial porque no hay referentes fijos. No se trata de negar a lo moderno: seríamos la antítesis. Lo que se vive ahora es lo que viene después de lo moderno, el día después de la desaparición de esos grandes relatos: el pos de la Modernidad. Vivimos entonces en la era de la posmoralidad, de la posverdad, de lo posfáctico, del poshumanismo.
Toda celebración a Kant, a la Ilustración, a la razón, so pena de caer en la ingenuidad incompatible con un espíritu crítico, tiene que asumir el tiempo en que vivimos. Volver a releer a Kant desde una perspectiva distinta. Nadar contra cultura.