Joaquín Hernández: Ese niño de Pasaje
Esta función es estratégica: dinamizar la movilidad social que es ese oxígeno indispensable para el progreso de sociedades
El pasado martes 5 de noviembre, el Dr. Pablo Beltrán Ayala tomó posesión como presidente del Consejo de Educación Superior (CES) para período 2024-2027. El CES es un organismo autónomo del Estado que planifica, legisla y conduce al sistema de educación superior del país que comprende institutos técnicos y tecnológicos, universidades públicas y particulares que reciben o no rentas del Estado. Su importancia para el avance o retroceso de la educación superior del país es decisiva porque define la visión de la educación superior del país a través de sus reglamentos, comenzando por el de Régimen Académico, hasta los más específicos. Pero el CES es algo más que ser un ente controlador y eso lo comprendió Beltrán desde que fue consejero del CES y en su primera presidencia de 2021-2024. Su función es nada menos que contribuir a hacer realidad ese lugar común, tantas veces repetido y de aparente fácil ejecución, pero cuya construcción supone apertura intelectual, visión de futuro a nivel local y mundial y generosidad y valentía de espíritu: la educación como eje de la transformación de la sociedad. Esta función social es estratégica: dinamizar la movilidad social que es ese oxígeno indispensable para el progreso de las sociedades, pero el disuasivo más eficaz también, para evitar conflictos y enfrentamientos. Pablo comenzó a hacer realidad esa función.
Desde su primera presidencia unió a todas las instituciones del sistema. Para ello reconoció su diversidad e impulsó el desarrollo de cada una de ellas sin caer en visiones parciales o favorecedoras de un grupo determinado. Docente proveniente de la universidad privada y graduado como doctor en el Instituto Tecnológico de Monterrey, Beltrán está comprometido con la formación de mejores seres humanos, libres y conscientes de su responsabilidad social.
En una confesión generosa y poco habitual en este tipo de discursos, Pablo emocionó a los presentes al dar testimonio de cómo la educación transforma, haciendo alusión a un niño nacido en el cantón Pasaje, provincia de El Oro, huérfano y sin recursos económicos, que seguramente fue humillado por su condición y que vivió en un ambiente hostil pero que no perdió la fe en la vida gracias a la escuela y al amor familiar. Ese niño pudo haberse llenado de odio, pero optó por convertirse en lo que ahora es: protagonista de la transformación del país.