Joaquín Hernández Alvarado: Ética en tiempos de penuria

Las dos grandes cuestiones de la ética han sido la justicia y la felicidad. Ambas cuestiones son correspondientes
¿Qué tiene que decir la ética en tiempos de penuria? La expresión tiempos de penuria viene del poeta alemán del siglo XVIII, Hölderlin, y fue retomada por Heidegger cuando formuló el carácter de la época contemporánea. Tiempos de penuria es la época en que no solo se carece de sentido, sino que ni siquiera se es consciente de que se carece de él. Una civilización o una cultura que se basa en el cómo son las cosas y cómo se pueden cambiar, sin preguntarse el por qué, no es capaz de interrogarse a sí misma: vive en tiempos de penuria.
Pareciera que hoy, de la gran herencia de la cultura occidental llamada filosofía, solo sobrevive la ética. Incluso se promete que, con la inteligencia artificial y todas las transformaciones tecnológicas en marcha, esta tendrá más legitimidad. La ética se mueve en el ámbito de las decisiones propias de la autoconciencia; apunta al para qué de nuestros actos. Cuanto más avance la transformación tecnológica -se dice-, mayor será la necesidad de ética.
Una de las mejores caracterizaciones de nuestra época la he encontrado en el libro de Žižek, Como ladrón en pleno día. El narrador y su pareja llegan a hospedarse en un hotel en Eslovenia. Ella pregunta en recepción si está permitido fumar en las habitaciones. El encargado responde que no, que no está permitido, pero que en el escritorio encontrará un cenicero. Hoy se puede vivir en un mundo sin consecuencias -es, por lo demás, inapropiado insistir en lo negativo de ellas-; pensemos en el mundo de los jóvenes y sus códigos en la serie Adolescencia. Lo malo es que después hay consecuencias, y hay que pagarlas con la propia destrucción o la de los demás. La penuria impide establecer una relación entre ambas situaciones: todo seguirá igual. Vivimos la suspensión institucional de la ética.
Las dos grandes cuestiones de la ética han sido la justicia y la felicidad. Ambas cuestiones son correspondientes. Se puede ser justo, pero no feliz. La crítica de la razón práctica de Kant, uno de los textos referenciales sobre la ética, no habla de felicidad sino de justicia. El mundo de hoy, con sus millones de pérdidas humanas producto de decisiones humanas, es extraño de la justicia y de la felicidad. Asumir la ética en tiempos de penuria va más allá de adaptarla -como si fuese un enchufe- a las necesidades del cómo. Es la misma ética la que se ha diluido. Retomar sus dimensiones centrales, como la obligatoriedad e incluso la idea misma de felicidad -así sea en la versión aristotélica de la vida plena- va más allá de las buenas intenciones.