Premium

Joaquín Hernández | El fracaso de la filosofía de liberación latinoamericana II

Avatar del Joaquín Hernández

En Ecuador, Arturo Andrés Roig animó y realizó un extraordinario y único movimiento de pensamiento centrado en la filosofía

¿Para qué sirve la filosofía actualmente? A la filosofía se le piden muchas cosas. Que sea una más de las que figuran entre los saberes profesionales y tenga así legitimidad para figurar en las disciplinas universitarias. Pero la filosofía no es una profesión si por tal se entiende la abogacía o la medicina. Complica ese carácter de saber profesional su índole crítica proveniente del legado griego y retomado en la época moderna por el idealismo alemán y posteriormente por el pensamiento contemporáneo de un Giorgio Agamben o de un Byung-Chul Han, que ya no se adscriben a ningún movimiento. También su carácter transversal a los saberes donde ya no puede hacer el papel de una epistemología o una propedéutica del conocimiento. ¿Puede ser solo una hermenéutica, es decir ser una interpretación? Ello pone en primer plano que la filosofía se mueve en lo que podríamos llamar la invención de la legitimidad, título de un excelente libro de Elías José Palti, expresión utilizada por él, sin embargo, para otro contexto.

El libro El fracaso de la filosofía de la liberación latinoamericana muestra a la filosofía en acción, es decir enfrentando los enigmas de su propio tiempo, las décadas de los 60, 70 y 80 del siglo pasado. Pretendió ser una filosofía de los latinoamericanos en una época en que paradójicamente se buscaba a la vez el origen de nuestra cultura y se cuestionaba severamente el orden establecido. En Ecuador, uno de los filósofos del grupo argentino de la filosofía de la liberación, Arturo Andrés Roig, animó y realizó un extraordinario y único movimiento de pensamiento centrado en la filosofía, que quiso ser la autoconciencia del país. Su campo de trabajo fue la historia de las ideas, legitimado por una teoría crítica que fue construyendo a lo largo de por lo menos dos décadas en discusión sobre todo con Kant y Hegel.

Aunque el título del libro advierta en tono entre provocador y crítico el fracaso de este proyecto, ello no clausura la necesidad de pensar la filosofía en el contexto actual, donde ya la búsqueda del origen no existe simplemente y donde las preocupaciones provenientes de vivir en la edad de la técnica, como decía Heidegger hace más de un siglo, son nuestro problema vital. Recobra así la filosofía su carácter inspirador y no meramente útil.