Joaquín Hernández: Las guerras culturales
“La raíz del problema argentino no es política y/o económica, es moral y tiene como consecuencias el cinismo político y la decadencia económica”
“La raíz del problema argentino no es política y/o económica, es moral y tiene como consecuencias el cinismo político y la decadencia económica”. Este es el diagnóstico del presidente Javier Milei del proceso político y social que ha vivido Argentina durante los últimos cien años y que la ha conducido al borde del abismo adonde se encuentra. Para muchos ha resultado sorpresivo: ¿por qué no económico, ámbito en el que se ha formado intelectual y profesionalmente el presidente? ¿O político, palabra que el presidente detesta por la pésima reputación que tienen para el ciudadano común los que la ejercen? ¿Desde cuándo la moral, o, más bien dicho en términos hegelianos, la ‘Sittlichkeit’, lo ético, es el problema central de una sociedad con el 40 % de ciudadanos en la pobreza, una inflación galopante, la falta de medicinas y de seguridad social, el desempleo creciente, reside en dicha esfera, simbólica por naturaleza, a la que siempre hemos estado acostumbrados a creer que no rebasa del ámbito de lo personal y que no tiene nada que decirnos en el ámbito de las relaciones interpersonales?
El problema argentino no está en cambiar unas leyes ni siquiera una constitución. Se trata de cambiar una visión del mundo, hábitos y costumbres, lenguajes, instituciones. De romper no solo las reglas de juego sino el lugar donde se juega el juego. El país que recibió Milei el pasado 10 de diciembre estaba en lo que Jorge Liotti, editor del periódico La Nación de Argentina, denomina la última encrucijada, título de su último libro, publicado meses antes de las elecciones de 2023. Milei como candidato denunció el estado en que se encontraba el país y que para sacarlo era inevitable un tratamiento de shock. Lo repitió en su discurso de toma de posesión y lo ratificó hace poco en su discurso del estado de la situación de la nación argentina en el pleno del congreso.
Milei lo está haciendo. Primero con el Decreto de Necesidad y Urgencia, dictado la semana siguiente de haber asumido el poder. Luego, días después, con el proyecto de ley “Bases y puntos para la libertad de los argentinos”, terremotos en el establecimiento político argentino. Por supuesto, aquí la palabra cultura no tiene el significado insípido de erudición sino que alude al acto de transformar agonísticamente habitantes en ciudadanos libres.