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Joaquín Hernández | Libros para regalo (I)

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Dime qué libros lees o no lees y te diré quién eres

Las festividades de Navidad y Año Nuevo traen casi siempre desgaste emocional. Se explica por varias razones: la cantidad de actividades típicas de estas fiestas donde la prisa y la concentración de personas haciendo lo mismo generan ansiedad; las expectativas inevitables de que, casi como por arte de magia, la realidad cambiará completamente en cuestión de horas; el recuerdo de familiares y amigos que ya no están. No recuerdo si Heidegger o Byung Chul Han hablan del sacrificio de la celebración del instante. Aún así, estas festividades y sobre todo la Navidad, crean un tiempo diferente donde la infancia asoma su rostro y la generosidad otro. Por ello, regalar un libro no es cumplir un compromiso más, sino propiciar un encuentro para abrir nuevos significados.

Es difícil por supuesto proponer una lista de libros. Dicha lista lleva la marca personal. Dime qué libros lees o no lees y te diré quién eres. Pero es que los regalos son eso, personales, tanto pensando en quien los recibe como en quien los dona.

Comenzando la lista, una novela que cumplió este año el centenario de su publicación, La montaña mágica, de Thomas Mann. Es una novela de iniciación (’Bildungsroman’), donde se revisa la condición humana a través de la discusión de los grandes temas de la cultura occidental por personajes que están enfermos y aislados. La tuberculosis es aquí la metáfora del nihilismo. Son los años previos a la Gran Guerra, que señalarían el declive de la civilización europea occidental. La edición de centenario de esta novela en ediciones DeBolsillo viene, para los exigentes en pasta dura y también en pasta blanda, en una traducción nueva, mejor para mí, que la de Mario Verdaguer.

La Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española publicaron este año una edición conmemorativa de la obra del poeta mexicano, premio Nobel de Literatura, Octavio Paz, Corrientes alternas. Antología de verso y prosa. Es una edición preciosa, en tapa dura, donde se vuelve a escuchar la voz de Paz y extrañarse de habernos distanciado de él. Paz es un taumaturgo de la palabra, aunque no creo que le hubiese gustado esta denominación. “Corredores sin fin de la memoria, /puertas abiertas a un salón vacío/ donde se pudren todos los veranos, /las joyas de la sed arden al fondo...”. La edición viene acompañada de ensayos de Adolfo Castañón, Roger Bartra, Fabienne Bradu, entre otros.