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Joaquín Hernández: El mesías tropical

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Su sucesora tuvo, en sus primeros días, 12 asesinatos en cinco ataques simultáneos

El primero de octubre, Andrés Manuel López Obrador entregó la presidencia de los Estados Unidos Mexicanos a la ganadora de las elecciones, Claudia Sheinbaum. Se cumplió el rito consagrado en la política mexicana: “Sufragio efectivo, no reelección”, proclamado por Francisco I. Madero contra la dictadura del Gral. Porfirio Díaz, que inició, tras su asesinato, la Revolución Mexicana. Este rito se ha mantenido desde el sexenio del Gral. Lázaro Cárdenas (1934-1940) hasta el presente. Al Gral. Álvaro Obregón le costó la vida intentar una segunda reelección. Desde Cárdenas, figuras tan diferentes como Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, Carlos Salinas de Gortari, Vicente Fox, Enrique Peña Nieto y ahora AMLO en el siglo XXI, han experimentado este ritual por el cual un desconocido hasta hace pocos meses se vuelve estelar, y quien ha tenido hasta el momento el poder máximo pasa a segundo plano, no importa si le satisface o no.

En junio de 2006, Enrique Krauze, director de la revista Letras Libres, publicó un lúcido artículo sobre AMLO y lo que su temperamento, prejuicios y obsesiones traerían a México si llegaba a la presidencia de la república. El retrato es duro y lúcido, y el tiempo ha confirmado la justeza de Krauze: “el mesías tropical”. “Era, según recordó hace poco en El País de Madrid, “un hombre con vocación social pero lastrado, al mismo tiempo, por una ambición de poder oscura, irracional y vengativa. Registré su carácter intemperante, su obsesión consigo mismo, su completo desinterés por el mundo exterior, su ignorancia económica, su desprecio por el derecho, su dogmatismo ideológico y su autoritarismo político”. ¿Para qué más?

En su sexenio, AMLO ejecutó el retrato sombrío de Krauze. Los daños económicos han sido graves y afectan sobre todo a la población de la que se supone era su mesías. Su sexenio es el más endeudado de este siglo, llevando el PIB a un déficit casi el triple del que recibió: de 2% a 5,96%. Su política de ‘abrazos y no balazos’ catapultó la violencia más que otros períodos: 200.000 homicidios por año. Su sucesora tuvo en sus primeros días 12 asesinatos en cinco ataques simultáneos y como mensaje de guerra del narcotráfico, la muerte del alcalde de Chilpancingo, Alejandro Arcos, cuya cabeza apareció cortada en el balde de una camioneta y el cuerpo adentro.

¿Qué hará la nueva presidente de México ante esta herencia sombría y la presencia, obsesiva, tras bastidores del mesías tropical?