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Sesenta años de historia

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"Ni los tanques soviéticos contra multitudes de jóvenes desarmados en Praga, ni las lecciones del Mayo francés eran suficientes para acallar la consigna: “Patria o muerte""

Recuerdo el 1 de enero de 1959. El año nuevo comenzó en San Salvador perezosamente, hasta que a mediodía me fui enterando por las exclamaciones de mis padres y de sus amigos que algo imprevisto acababa de pasar. Era, la caída de un tal Batista, un dictador asesino y cruel que, para los salvadoreños de la época tenía la misma cara que nuestros propios tiranos, tan sanguinarios y crueles, como “mi general Martínez”, o, mi general Osmín Aguirre.

Los tiranuelos abundaban y cada país tenía, para su desgracia, su museo de horror.

Algo bueno había pasado en Cuba, celebraban los mayores entrado el mediodía, al ritmo todavía del “yo no olvido el año viejo” y con el golpe de la goma (o cruda) del fin de año.

En 1968, en las mesas de café austeras y básicas que los jesuitas habían dispuesto a la salida de las aulas de clase de la facultad de filosofía San Gregorio en Quito, Cuba era centro de discusiones apasionadas. Tanto su reciente apoyo a la URSS en la invasión a Checoslovaquia, que mostró su vocación totalitaria, como la canonización del comandante Guevara en el martirologio de la revolución luego de su muerte el año pasado, encendían a los jóvenes seglares, militantes de una de las tantas izquierdas, que venían, entre animados y curiosos, a oírnos argumentar, en el más puro estilo de las Disputas metafísicas de Francisco Suárez la diferencia entre el ser y los entes.

Ni los tanques soviéticos contra multitudes de jóvenes desarmados en Praga, ni las lecciones del Mayo francés eran suficientes para acallar la consigna: “Patria o muerte”.

Desaparecieron los subsidios de la URSS en plena década de los noventa. Pero no llegó el fin.

Nadie ha dicho que el azar no exista. Apareció casi inmediatamente un imprevisto: Chávez y el socialismo del siglo XXI que gritaron también, “Patria o muerte”.

Hoy, se acabó. “No más mentiras/ Mi pueblo pide libertad, no más doctrinas/ Ya no gritemos patria o muerte sino patria y vida/ Y empezar a construir lo que soñamos/ Lo que destruyeron con sus manos”.