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Joaquín Hernández: Vuelve Harari

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Para Harari “la función de la información no es representar la realidad, sino crear vínculos entre grandes grupos humanos”

Los periódicos anuncian el retorno formal de Yuval Noah Harari a la esfera del pensamiento con la publicación de su nuevo libro Nexus. Después de sus libros, Homo Deus, Sapiens, 21 lecciones para el siglo XXI, Harari solo ha escrito en prestigiosas revistas y periódicos dando cuenta de la situación mundial. Entre esos libros y hoy ha habido tres grandes acontecimientos que han cambiado nuestra forma de vivir y el orden mundial al que estábamos acostumbrado. También ha contribuido a sacudir drásticamente los discursos de los pensadores que, en el caso de Giorgio Agamben, lo ha conducido al silencio: la epidemia del covid, la invasión rusa a Ucrania y la guerra de Gaza. Los tres libros citados, si bien ponían en cuestión paradigmas heredados y rompían seguridades, transmitían la sensación de que el mundo por venir era mejor de lo que habíamos supuesto. Este efecto es consecuencia de la cultura y la extraordinaria capacidad de Harari para relacionar hechos y teorías y para deshacer lo complejo. Y sin embargo, si se recorre su último libro publicado antes de los acontecimientos citados, Harari advertía ya los peligros por venir. El desafío tecnológico coincide con el agotamiento del relato liberal que estamos viviendo en todas partes, donde el paradigma de la seguridad se ha impuesto sobre el de la libertad. Las democracias, como se ve en el caso extremo de Venezuela, son incapaces de sobrevivir. Sus mismas normas de juego sirven para anularlas. En cuanto al conocimiento, Harari asumía ya la presencia de la posverdad y su terrible consecuencia: “algunas noticias falsas duran para siempre”. Advertía que nunca había que subestimar la estupidez humana. Y la tecnología podría llevar a que un futuro, añadía, “los algoritmos podrían hacer imposible que la gente observe la realidad sobre sí misma”.

En este nuevo libro de la comunicación en el mundo de hoy, la tesis de que la información conduce a la verdad resulta para el historiador israelita, como señala uno de los comentaristas del libro, Javier Sampedro, en diario El País de Madrid, una “idea ingenua de la información”. Para Harari, señala Sampedro, “la función de la información no es representar la realidad, sino crear vínculos entre grandes grupos humanos”. Eso es lo que precisamente está en peligro. Paradójicamente, el extraordinario desarrollo de la tecnología plantea una vieja pregunta: ¿qué es el hombre? ¿En qué consiste esa relación entre viviente y logos que Aristóteles señaló sin explicarla?