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Apruebo: ¿sí o no?

Avatar del Joaquín Hernández

El proyecto implica un cambio radical para el Chile que conocemos y puede sepultar el futuro del país

Cuando se publique este artículo el lunes 5 de septiembre ya se sabrán los resultados del plebiscito del domingo 4 en Chile sobre si la ciudadanía está de acuerdo o no con el proyecto de nueva constitución presentado por la asamblea elegida para tal fin.

Chile no solo está dividido como en el año 1970, cuando se realizaron las elecciones presidenciales que dejaron a Salvador Allende con apenas 40.000 votos más que Jorge Alessandri, sino agrio y sin norte.

El proyecto implica un cambio radical para el Chile que conocemos y puede sepultar el futuro del país. Lo que plantea es la plurinacionalidad con naciones indígenas autónomas, altos grados de autonomía territorial, financiera y política; sistemas jurídicos basados en sus “usos y costumbres”, imposibilidad de ejercer el poder del Estado para controlar la violencia, ya que impide el estado de emergencia y leyes como la seguridad del Estado. Se exigen miles de derechos pero se sataniza todo lo que tenga que ver con la libre empresa y subordina la libertad de las personas al nuevo orden político. Como señalaba Hernán Corral en El Mercurio, de Chile, lo que se presenta es “una ley o peor aún, reglamento con normas de detalle y maximalistas”.

Los que están a favor del sí se sienten dotados de superioridad moral y política. De ahí el acoso exacerbado a quienes piensan distinto. Por ello, Cristian Warnken, intelectual de centroizquierda, planteaba, en un artículo hace pocos días en El Mercurio, que “debemos ser traidores” en defensa de la democracia y de la libertad interior frente a la presión de los grupos de izquierda, progresistas y representantes de las conocidas minorías que en nombre de la “utopía”, esa palabra por la que fueron sacrificados millones de inocentes en el siglo XX, exigen el voto a favor del “apruebo” si se es patriota, chileno y en sintonía con el pueblo y los derechos de los grupos “históricamente marginados”. Para Warnken, “…cuando se sacrifica la libertad interior por lealtad a la tribu “experimentamos una regresión que es el caldo de cultivo de los autoritarismos”.