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¿Hacia dónde va Castillo?

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Faltaba lo peor. El nuevo gabinete, el tercero en seis meses, presidido por Héctor Valer fue cuestionado por los medios y la opinión pública, comenzando por el propio Valer por haber cometido violencia familiar’.

En solo seis meses de gobierno, la presidencia de Pedro Castillo Terrones en el Perú se tambalea peligrosamente. No hablemos de los errores del comienzo, de los que ya me he ocupado en su momento, al nombrar como presidente del consejo de Ministros a una figura desprestigiada como la de Guido Bellido, con ministros aquejados de improvisación, dudas sobre su idoneidad moral y profesional e incluso, como el excanciller, apoyo abierto al senderismo y ataque a una institución que se distinguió en la lucha contra el terrorismo, como la Marina de Guerra del Perú.

Bellido fue sustituido por Mirtha Vásquez, de centroizquierda, que dio credibilidad al régimen pero que renunció irrevocablemente la semana pasada a su cargo en una carta explosiva contra el presidente, dejando entrever que habría un gabinete de sombras que manejaría la política del Estado a favor de intereses corruptos, ajenos a las reformas prometidas. Previamente, el ministro del interior Avelino Guillén, había renunciado por el apoyo tácito del presidente al comandante general de la Policía del Perú, Javier Gallardo, insubordinado contra el ministro y que habría manipulado los ascensos de oficiales de la institución, pero sobre todo por desmantelar unidades como la Diviac, donde se investiga grupos criminales.

Simultáneamente, Castillo era cuestionado por sus declaraciones en la entrevista que concedió a Fernando del Rincón de CNNE, donde expresó, entre otras perlas, su intención de consultar al pueblo peruano sobre otorgar una salida al mar a Bolivia, que Cancillería inmediatamente rectificó en términos diplomáticos.

Faltaba lo peor. El nuevo gabinete, el tercero en seis meses, presidido por Héctor Valer, fue cuestionado por los medios y la opinión pública, comenzando por el propio Valer por haber cometido violencia familiar (patadas, golpes, insultos) contra su exmujer y su hija, y agredido al portero del edificio). El desmentido de Valer irritó aún más, al punto que El Comercio de Lima publicó en su editorial del viernes pasado que la permanencia del nuevo presidente era “una afrenta para el país”. El nuevo ministro de defensa fue denunciado por lo mismo. ¿Estamos ante el fin de Castillo?