La destrucción de Nicaragua

Vivimos días oscuros. Nadie, en ninguna parte de la región, puede estar tranquilo
No creo malinterpretar el sentido del artículo de la escritora nicaragüense Gioconda Belli, Nicaragua en la guillotina, aparecido en diario El País de Madrid a fines de la semana pasada con el título del presente. Tampoco desentonar con el clima local pendiente de los resultados de las elecciones, pero que tiene que mirar más allá de sus límites fronterizos y entender de una vez que estamos en el mundo, sobre todo el mundo conformado por los países de nuestra región, y que la actual crisis que afrontamos tiene componentes internacionales.
La pareja mortal que, paradójicamente ejerce el poder en Nicaragua mientras la va destruyendo sistemáticamente sin ningún tipo de reparo moral, acaba de decretar la confiscación de la Universidad Centroamericana de Nicaragua (UCA), fundada en 1960 y dirigida desde sus comienzos hasta ayer por los jesuitas centroamericanos, bajo la acusación de ser “centro de terrorismo”. Como recuerda Belli y debiéramos todos tener presente, la UCA corre hoy la suerte del diario La Prensa, ícono de la libertad periodística continental y cuyo director, Pedro Joaquín Chamorro, fue asesinado precisamente por el antecesor de la pareja mortal Ortega-Murillo, Anastasio Somoza, décadas atrás. Los excompañeros de Ortega en la gesta sandinista de los años 60 están exilados por el delito de pensar diferente.
El único delito de la UCA, hablando irónicamente, es haber sido centro de pensamiento, de crítica a las barbaridades y crueldades de la pareja mortal y de sus secuaces y haber protegido en su ‘campus’ a los jóvenes que se manifestaron valientemente en 2018, sin más armas que su coraje y que fueron exterminados por la Policía a servicio de la pareja.
No hay que hacerse ilusiones sobre el progresismo del régimen represor. Con la UCA, son 26 las universidades privadas nicaragüenses confiscadas. Su discurso, montado sobre el imperialismo para variar norteamericano, se cae a pedazos. El mayor socio comercial de la dictadura es EE. UU. y la economía se mantiene por las remesas de los nicas que viven allá. La Iglesia católica tiene sus cuentas bancarias congeladas y el papa Francisco ha sido duro crítico del régimen actual.
Vivimos días oscuros. Nadie, en ninguna parte de la región, puede estar tranquilo. Más que nunca es necesaria la toma de conciencia y la solidaridad continental sobre lo que está sucediendo.