Premium

Jorge Edwards: el peso de la historia

Avatar del Joaquín Hernández

Creo que ni la obtención del Premio Nacional de Literatura ni el Cervantes, esa especie de Nobel en español, perdonaron esas transgresiones.

¿El delirio es territorio de la ficción o de la realidad? ¿La ficción de la novela corre siempre aparte de la realidad? ¿O quizás, la mejor forma de ir a la realidad es viajando por la ficción? Al enunciar, contundente, el sentido de un libro situado entre la realidad y la ficción, entre la peripecia personal y el documento histórico, entre los delirios de persecución y las preocupaciones por la supervivencia, Persona non grata, de Jorge Edwards, Guillermo Cabrera Infante, zanjó estas cuestiones: “No hay delirio allí donde la persecución es un delirio”.

En ese incómodo entre, se mueve la obra de Edwards, escritor chileno que murió recientemente en Madrid, después de más de medio siglo de sobrevivir al peso de la historia, la suya y la de su época, con sus libros, donde la memoria se convierte en universo imaginario y el ensayo, lugar de alucinaciones, historias familiares no dichas.

Transgredió todos los territorios: el de los géneros, el familiar, ser de los Edwards de El Mercurio; el de la izquierda latinoamericana con la que simpatizó en su juventud; el de lo políticamente correcto para su estirpe dedicándose a la vida de escritor cercano a personajes discutibles como Pablo Neruda y más tarde, pero mucho más tarde, Octavio Paz y Mario Vargas Llosa.

Creo que ni la obtención del Premio Nacional de Literatura ni el Cervantes, esa especie de Nobel en español, perdonaron esas transgresiones.

Persona non grata es la obra más conocida de Jorge Edwards. Es fácil suponer por qué.

Publicada en el año 1973, en plena dictadura militar de Pinochet, el libro, incómodamente, descubría el universo estalinista en que se había convertido la Cuba revolucionaria con su aparataje de micrófonos, espías, comisarios políticos, y la aquiescencia incondicional.

Edwards, encargado de negocios y de abrir la embajada de Chile en La Habana por el gobierno de Salvador Allende, duró tres meses en el cargo hasta ser declarado efectivamente ‘persona non grata’ y expulsado del “primer territorio libre de América”.

Con su libro, Edwards rompió la buena conciencia de la izquierda latinoamericana: las revoluciones terminan siempre en el patíbulo. Pero contando la realidad como ficción.