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El octubrismo

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El octubrismo además es un evento violento y lúdico, casi romántico...’.

¿Es el octubrismo una tendencia de la época? ¿Es el signo de los tiempos confusos en que nos ha tocado vivir, donde irrumpirían, por una parte, una nueva generación que no responde ya a los criterios culturales y sociales de los años noventa del siglo pasado y que por otra, tiene valores diferentes imposibles de entender para las generaciones que tienen el poder?

Las generaciones mayores los hemos legitimado bautizándolos con el nombre de ‘diferentes’, justificando así en ellos su ignorancia del pasado, su inconsecuencia en el discurso debido a que han nacido en sociedades virtuales de satisfacción inmediata, con insospechadas prioridades vitales y sociales, asumiendo que con ellos se inicia una nueva época, incluso en la educación. A la muerte del padre, la muerte del maestro. El octubrismo es ese clima generalizado de transgresión y de protesta, el rechazo a la organización política de la sociedad, la iconoclasia ‘per se’, la rebelión social que no tiene metas ni alternativas, ni le interesan, sino que se complace en destruir lo existente. El caso por excelencia, el octubre chileno de 2019. El octubrismo además es un evento violento y lúdico, casi romántico, en que las personas se despojan de sus rostros habituales, reina una extraña solidaridad entre grupos de diferentes valores y expectativas que no tienen nada más en común que marchar. “El espíritu de la revuelta”, como lo llama José Joaquín Brunner.

El caso paradigmático del octubrismo fue Chile. Pero el aliento de su espíritu se siente en todo lo que suene a destrucción, caos, en nombre de un cambio radical donde el viejo mundo quedará atrás definitivamente y el nuevo comenzará. “Destruir en nuestro corazón la lógica del sistema”, “huelga general para toda la vida”, “Asamblea constituyente plurinacional, feminista, ecologista, clasista”… extrañas e imposibles combinaciones, emociones más que propuestas.

El octubrismo chileno de 2019 pasó desapercibido en 2022. En su lugar, el mundo frío de lo real: inseguridad, inflación, carencia de empleo. Pero su espíritu revoltoso puede volver allá y aquí.