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Stalingrado 1942, Ucrania 2023

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En América Latina muchos gobiernos guardan un vergonzoso silencio cómplice sino una taimada aprobación de la masacre desencadenada por Putin

El dos de febrero se cumplió el septuagésimo quinto aniversario del final de la batalla de Stalingrado, que fue la primera y decisiva derrota del ejército alemán en la Segunda Guerra Mundial. De ahí en adelante, en el frente oriental, es decir el del combate entre Alemania y sus aliados contra la Unión Soviética y los suyos, no hubo sino retrocesos y pérdidas para las fuerzas armadas nazis del Tercer Reich, que se fueron destruyendo vertiginosamente. El relato de esta guerra horrible fue narrado desde el lado soviético como uno de los grandes hitos heroicos de la Gran Guerra Patria que, utilizando un viejo concepto, intentó legitimar la dictadura soviética. Hay que resaltar esta anómala recurrencia debido a la ausencia, en la nomenclatura del código marxista leninista en vigencia, atado a la noción de lucha de clases universal, compuesto a partir de la Revolución Industrial del siglo XIX, con otro que hace referencia al de padre, familia e incluso tribu, como Reinhart Koselleck ha mostrado en su Historia de Conceptos.

Se cumple en este mes un año de iniciada la invasión rusa a Ucrania, otra guerra horrible que ha roto la cómoda satisfacción del mundo occidental en su creencia en el incesante progreso. La pandemia del covid fue ya una advertencia de que el futuro no era siempre ascendente. Sí, la historia humana va a proseguir y en muchos ámbitos iremos de lo bueno a lo mejor. Pero la factura de las guerras - por algo era uno de los cuatro jinetes del Apocalipsis, junto con el hambre, la peste y la muerte- se seguirá pasando.

La Unión Europea y los EE. UU. han tomado decididamente partido por Ucrania. En América Latina muchos gobiernos, no todos, guardan un vergonzoso silencio cómplice sino una taimada aprobación de la masacre desencadenada por Putin. Probablemente siguen creyendo que proseguimos en la Guerra Fría y que defender a la URSS es defender el futuro, aunque esté lleno de muertes y destrucción. “Todo dentro de la revolución, nada fuera de la revolución”, repetía cínicamente el comandante Castro, al mejor estilo de los déspotas soviéticos. La lucha por Ucrania es la lucha por la democracia y los valores liberales de Occidente. Lo que implica, por desgracia, desencanto, sangre y lágrimas.