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Jorge Jalil: No hay luz

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Lo cierto es que la crisis que estamos atravesando solo es comparable a la que se vivió en la pandemia

Disculpen que mi título sea tan obvio pero frustra un poco ver a nuestros expertos y actores políticos hablar sobre quién tiene la culpa de lo que nos está sucediendo, qué obras se hicieron mal y a quién le faltó previsión para anticipar lo que estamos viviendo. No digo que lo correcto sea empujar debajo de la alfombra los años que pasaron sin que nuestro parque termoeléctrico sea atendido o la falta de mantenimientos que pudo en algo haber aliviado la operación de nuestras hidroeléctricas hoy por hoy, ya sea por fisuras, por problemas de transmisión, etc.

Lo cierto es que la crisis que estamos atravesando solo es comparable a la que se vivió en la pandemia; los economistas más optimistas prevén una contracción económica de al menos 2 % este año, con un sector productivo que ya venía duramente golpeado por la inseguridad y al que ahora se le suma pasar más de la mitad de sus horarios en penumbras. Todos los sectores de la economía se han visto afectados, desde el barbero que atiende en su local y no puede prender sus máquinas la mayoría del tiempo, hasta las industrias que deben producir sin detenerse para no perder dinero.

Lo grave son las consecuencias; quizás ese barbero en su local había contratado a una persona para que agende las citas, barra los pelos del piso y haga las cuentas. ¿Qué va a pasar cuándo la producción del local se reduzca a la mitad? La pérdida de empleos puede ser muy grave a consecuencia de los cortes y eso terminará alimentando aún más nuestro problema de inseguridad. Una sociedad sin empleo ni oportunidades es caldo de cultivo para la captación de nuevos delincuentes.

Lo correcto es hablar de soluciones inmediatas, a mediano y largo plazo. Sería interesante que todos aquellos que se postularon a la presidencia de la república publiquen hoy lo que harían para resolver esta crisis, no el día del debate, no cuando se sienten en Carondelet, hoy. Así sabremos al menos la capacidad de cada uno para liderarnos en esta situación y su espíritu patriota y desinteresado cuando más se lo necesita. Podrán hablar de corrupción, del pasado, de medidas para enfrentar la ola de inseguridad pero lo cierto y más peligroso de todo es que no hay luz.