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¿Para quién trabajamos?

Avatar del Jorge Jalil

¿a costa de qué cuándo deja este mundo debe sacrificar parte de ese patrimonio (ni se diga en un alto porcentaje) a favor del fisco?

Estuve de acuerdo cuando nuestra Corte Constitucional, sobre todo en la pandemia, le puso un límite al Ejecutivo a la hora de decretar estados de excepción, ya que esta herramienta bien podría ser utilizada por aspirantes a dictadores a suspender derechos tan básicos como el libre tránsito y movilidad, libertad de reunión, entre otros. Dicho esto, sí debo ser crítico con su reciente pronunciamiento respecto a la constitucionalidad de la eliminación como sujetos pasivos de los herederos en primer grado de consanguinidad por considerar que viola el principio de igualdad al excluir a los cónyuges y otros herederos o legatarios que podrían existir.

Ahora hablemos del impuesto a la herencia como institución en general. El impuesto a la herencia, si bien no es del todo nuevo, se coló en el discurso público en los últimos años porque autores como Piketty lo consideran una herramienta necesaria para la tan ansiada “redistribución de la riqueza” y la “justicia social”, al considerar que quienes heredan nunca trabajaron el patrimonio que reciben y que por eso tienen derecho, si a algo, a muy poco de lo que dejan los que fallecen.

Me opongo firmemente a este concepto por dos razones: debe ser una decisión personal y respetada por el Estado lo que decide una persona que se hará con su patrimonio una vez que muera, y porque me parece nefasto que un hecho generador de tributo sea la muerte en sí (los defensores de esto dirán que es la transferencia de la propiedad, pero la realidad es que es la muerte). Y bajo la misma lógica de que los herederos no trabajaron ese patrimonio cabe preguntarse: ¿el fisco al que se le va a pagar si lo trabajó, o se lo quieren atribuir también al ya abusado contrato social?

Entonces, si una persona a lo largo de su vida paga los impuestos que bien el Estado sabe cobrar, ¿a costa de qué cuándo deja este mundo debe sacrificar parte de ese patrimonio (ni se diga en un alto porcentaje) a favor del fisco?

Uno trabaja para los suyos, es la naturaleza humana, pero con impuestos como el de la herencia, ¿para quién trabajamos en realidad?