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Jorge Luis Jalil | Desgracia ajena

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La realidad es que Ecuador no es un país ajeno a los momentos difíciles y mucho menos a superarlos

Desde que formé un criterio político adopté la política de no pelearme con alguien o etiquetar a alguien basándome en el partido o la tendencia que vota. Con orgullo puedo decir que tengo amigos en todas las corrientes políticas.

Dicho esto, creo que es importante trazar una serie de líneas que no cruzaría a la hora de votar. Por ejemplo, no votaría por un candidato que se oponga a la separación de poderes, o cuyas políticas económicas llevarían al aumento del costo de la vida, o alguien cuya única agenda sea la venganza, o una persona que tenga como carta de presentación el ser ‘anti’.

Además de todas estas, considero que hoy lo que más me impediría votar por alguien es el regocijo por la desgracia ajena. ¿Qué quiero decir? Quisiera que no fuera así, pero desde que inició el gobierno del presidente Noboa me ha tocado escuchar a varios personajes públicos (políticos, expertos y comunicadores) cuyo actuar no refleja el de alguien preocupado por la situación que vive el país, sentimiento no solo válido sino absolutamente justificado en nuestras circunstancias, sino personas con muchas ganas de decir “se los dije” o “se lo merecen”. Y es que hay personajes que no perdonan que no los elijan, no los vean o no los escuchen a ellos y el único recurso que les queda es quejarse y echar culpas. Si proponer soluciones viables fuera tan común como quejarse, estoy seguro de que tendríamos muchas más opciones sobre la mesa.

Insisto en que los ciudadanos tienen todo el derecho a estar indignados y frustrados, con un país que a veces pasa 40 % del día sin energía eléctrica, con noticias que no dejan de llenarse de violencia y con grupos determinados a obstaculizar el progreso del país a todo costo.

La realidad es que Ecuador no es un país ajeno a los momentos difíciles y mucho menos a superarlos, pero estos momentos difíciles no se superan votando por aquellos que cuando ven un incendio, en vez de ayudar hacen leña del caído. Nos merecemos mucho más como país.