Jorge Jalil: Justicia poética

Daniel no estuvo en el radar de muchos hasta días antes de la primera vuelta, pero es que su campaña fue como la fábula de la tortuga y la liebre
Hace 17 años, un joven Rafael Correa venció en segunda vuelta a Álvaro Noboa, quien ya se había candidatizado en más de una ocasión para ocupar el sillón presidencial.
Fue una campaña muy interesante, con debates llamativos, campañas muy ingeniosas y muchísimo trabajo de parte de los candidatos. Ya sea por errores de uno o aciertos de otro, la segunda vuelta tuvo como ganador, con una diferencia considerable, al joven economista Rafael Correa.
Hace poco el hijo de Álvaro decidió incursionar en la política. Sin el partido de su papá, logró en Santa Elena obtener su curul de asambleísta a punta de campaña bien hecha, de gastar suela de zapato y darse a conocer.
Daniel luego fue a la Asamblea, donde se caracterizó por lo mismo que vimos en campaña: serenidad, seriedad y ser alguien ajeno a la confrontación.
Luego de la muerte cruzada decidió candidatizarse para presidente de la República, con algunos a favor y otros en contra. Dicho esto, Daniel hizo una campaña silenciosa, de territorio, de redes, pero sin vociferar ni confrontar a nadie. El punto de inflexión se dio cuando en el debate descubrimos un candidato distinto a los que estamos acostumbrados, ya que habló claro, conciso, sin odios. No pretendo presentarme como Nostradamus, ni gurú político, Daniel no estuvo en el radar de muchos hasta días antes de la primera vuelta, pero es que su campaña fue como la fábula de la tortuga y la liebre.
Diecisiete años después la vida le dio la oportunidad a Álvaro de que su hijo venza (de manera indirecta) a quien le ganó a él, y a diferencia de lo que muchos quieren, no creo que Daniel llegue con una lista de gente de la que se quiere vengar. Considero que su prioridad es y siempre debe ser el país. Por esta razón, debemos entender que para salir adelante hay que sentarse con absolutamente todos, un país mejor no se construye excluyendo casi a la mitad del electorado ni criticando cualquier tipo de acercamiento con ninguna de las tendencias. El presidente debe tener un canal de comunicación directa con la Asamblea, no hay tiempo que perder.