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Jorge Jalil | Nuestros niños

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Como sociedad es nuestro deber alzar la voz cuando estos asaltos a nuestros valores occidentales se hacen presentes

En estos días la comisión pertinente en la Asamblea Nacional ha presentado el proyecto de reforma al Código de la Niñez y Adolescencia para segundo debate, en el que se incluyen ciertas incorrecciones y una que otra aberración que aquí discutiremos. En primer lugar, la comisión sugiere que se excluya como sujeto de protección del código al niño desde la concepción, quizá con una equivocada intención de cumplir con la sentencia de la Corte Constitucional que da luz verde al aborto por violación. Sin embargo, nuestra Constitución no ha sido reformada en cuanto a que su espíritu es la protección de la vida desde la concepción, y mal haría un cuerpo normativo de menor jerarquía en contradecir una disposición de carácter constitucional.

Luego, se pretende introducir en nuestro marco legal la ideología de género, incluyendo como elemento constituyente de la identidad de un niño su orientación sexual y su identidad de género. Más allá de que la biología es clara y solo existen dos géneros, considerar que tanto la identidad de género como la orientación sexual definen a un niño es algo realmente absurdo.

En el artículo 222.4 se pretende dejar la puerta abierta a que, contradiciendo el artículo 68 de la Constitución, donde se indica que solo podrán adoptar parejas de distinto sexo, se establezca como único requisito que exista un matrimonio o unión de hecho por parte de los adoptantes.

Son pequeñas modificaciones que para muchos podrían pasar inadvertidas, pero que representan una amenaza para nuestras tradiciones y creencias. Con esto podríamos llegar a lo que ya se aplica en ciertos lugares del mundo, donde los niños pueden expresar a los 10 años que se identifican como del otro sexo; incluso en ciertos países pueden acceder a una cirugía de cambio de sexo sin consentimiento parental ¿O quizás lo que se busca es la mutilación química de nuestros niños mediante terapias hormonales de cambio de sexo? En todo caso, como sociedad es nuestro deber alzar la voz cuando estos asaltos a nuestros valores occidentales se hacen presentes, expresándonos sobre todo a la hora de ejercer uno de nuestros derechos más importantes: votar.