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Jorge Jalil: El rugido de los leones

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A él, a su equipo y a todo el pueblo argentino, mucho éxito en esta que, de lograrla, no será nada menos que una gesta histórica

Estoy seguro de que no soy el único que hace algunos años se dejó tentar por las ideas liberales de la Escuela de Economía Austriaca. Sus principales líderes se caracterizaron por oponerse a un Estado central que se involucrase en la economía de los países por un rechazo a la idea de que los mercados deben dirigirse y por abogar para que los Estados sean pequeños y garanticen lo que en realidad deben garantizar: vida, propiedad y libertad.

Tenía tan solo 16 años cuando escuché por primera vez estas ideas y hasta el día de hoy considero que, dejando a un lado el sentimentalismo y los deber ser con los que soñamos, las ideas de la libertad son el camino hacia sociedades más prósperas y con igualdad de oportunidades. Sociedades donde se premie el esfuerzo y el gobierno no sea un impedimento para que los individuos prosperen.

Viéndolo en términos futbolísticos, lo que se busca es que el Estado sea un árbitro central cuyas acciones deban estar ceñidas a un conjunto de normas previamente establecidas y que dejen muy poco a su discreción.

Los keynesianos o colectivistas en general piensan que el gobierno debe ser un director técnico, un estratega que les diga a todos los actores por dónde empezar y hasta dónde ir, en qué orden y a qué velocidad.

Este domingo fue posesionado en Buenos Aires Javier Gerardo Milei como nuevo presidente de Argentina. Llegó con un discurso completamente sincero, hablándole claro a la gente sobre lo que le han hecho y lo que es necesario para dar la vuelta. Sería injusto obviar que su estilo no es del todo ortodoxo, que muestra ira frecuentemente y que se hizo famoso por ser un feroz crítico de las ideas keynesianas. Hoy ese panelista invitado es presidente y tiene una tarea por delante muy difícil: sacar a su país adelante y no solo eso, sino demostrar que las ideas de la libertad pueden hacer próspero a un país al que han dejado en ruinas.

A él, a su equipo y a todo el pueblo argentino, mucho éxito en esta que, de lograrla, no será nada menos que una gesta histórica.