Agustín

Finalmente, escribo esta columna pensando en quienes dejó Agustín
Otra vez escribiendo una columna con mucha dificultad, debo mencionar un hecho atroz para hablar de la ya desbordada situación precaria en la que hoy vivimos.
El domingo 23, el alcalde de Manta, Agustín Intriago Quijano fue asesinado con seis impactos de bala en su cuerpo. ¿Me sorprendí? Por supuesto, recibir una noticia de estas marca de por vida. Presenciar que se apague la vida de uno de los alcaldes más queridos del país dudo que sea algo que vaya a olvidar. Ahora, el hecho de que me haya sorprendido no significa que no esté consciente de que vivimos en un país donde barbaries como estas se han vuelto posibles. ¿Cómo llegamos aquí? A un país donde el alcalde de una de las ciudades más importantes del país es abatido en uno de sus recorridos de trabajo, donde nosotros como ciudadanos comunes salimos con miedo de nuestras casas porque no sabemos si regresaremos con bien a ver a nuestras familias, donde nos da miedo que nuestros hijos vayan a un parque.
Solo tuve la oportunidad de conocerlo una vez. Agustín era una de esas personas con las que se podía iniciar una conversación fácilmente. Me habló del trabajo que venía haciendo, de todo lo que le faltaba por lograr. En ese entonces me dijo que su hija estaba por nacer y que por su trabajo sacrificaba mucho del tiempo que podía pasar con ellos.
Hoy siento que Manta no solo perdió a su alcalde sino que el Ecuador perdió un político valioso y querido por su gente. Las imágenes de los suyos despidiéndolo son verdaderamente desgarradoras y ese nivel de cariño no se gana por accidente, sino por su actitud sincera de luchar por una ciudad mejor que en la que él creció. Nadie está diciendo que es un santo que nunca cometió un error, pero es indignante que el Estado se sienta tan ausente, que cosas como estas puedan darse, pues no es ni siquiera el primer político asesinado o que ha sufrido un atentado en los últimos meses.
Finalmente, escribo esta columna pensando en quienes dejó Agustín. Mis más sentidas condolencias y oraciones a Rosita, su esposa, a sus hijos Alma y Agustín, que es un bebé de tan solo meses, y por supuesto a su madre Rutty. Vuela alto alcalde, tu legado queda.