Caldo de cultivo

Lo que están logrando muchos de los “anticorreístas” es crear un caldo de cultivo para que vuelva
Las últimas elecciones fueron una señal para los políticos de que todo puede pasar.
Si bien perdió el candidato correísta, lograron la primera fuerza política en la Asamblea nacional. La izquierda democrática después de varias elecciones a punto de desaparecer se consolidó tanto en las presidenciales como con un bloque de asambleístas propio de un partido político de su envergadura.
El Partido Social Cristiano, que algunos quieren dar por muerto hace más de 20 años, consiguió una representación mayor a la del partido que se convertiría en oficialista, y lo que para mí fue la mayor sorpresa: el movimiento de unidad plurinacional Pachakutik, cuyos candidatos a presidente no pasaban del 5 % ni alcanzaban los 6 asambleístas, patearon el tablero con un candidato presidencial que casi alcanza al hoy presidente en primera vuelta, y constituyéndose en la segunda fuerza política en la Asamblea nacional.
Algo que a mi parecer no aprendimos desde el gobierno de Lenín Moreno es que el rechazo a Rafael Correa y todos los que son vinculados a él no es un plan de gobierno ni le da de comer a la gente.
Hoy las fuerzas políticas de todas las orillas se están peleando las autoridades del Estado, y todo esto se da porque muchos cometemos el error de reducir situaciones de mucha complejidad a si una persona es o fue correísta.
El país no espera. Lo que están logrando muchos de los “anticorreístas” es crear un caldo de cultivo para que vuelva, causado por el descontento de la gente que ve muchas peleas, muchas denuncias, pero al mismo tiempo muchas carencias.
Alguna vez escuché al presidente decir que se había propuesto que Correa no vuelva al poder, y más allá de si se está de acuerdo con sus intenciones, lo cierto es que el país que tenemos hoy para la gente que más necesita no es mejor que el que teníamos hace 6 años. A los que me leen les sorprenderá lo que acabo de decir, a mi me sorprendió escribirlo, pero mientras más rápido acepten esta realidad los políticos de turno, más fácil será identificar cuáles deben ser sus prioridades.