Jorge Luis Jalil | ‘Pacta sunt servanda’
El hecho de que la irrupción en la embajada de México viole el derecho internacional dice mucho de lo que este protege
Este es un imperativo conocido en el derecho internacional que parafraseando nos habla de que los pactos obligan, algo parecido a que el contrato es ley para las partes, pero en el ámbito internacional. Esa es una de las cosas que hemos escuchado hasta el cansancio en los programas de opinión sobre el ‘impasse’ diplomático que atraviesan Ecuador y México, y es lógico, sin embargo no debemos de pecar de simplistas al analizar el conflicto o incluso el principio mismo.
Según el derecho internacional a México lo asiste el derecho a la hora de definir a quién le otorga un asilo o no, no creo que eso esté en discusión. La pregunta es: ¿qué tanto estamos respetando los acuerdos y convenios firmados, si a la hora de otorgarlo inobservan normas del mismo derecho internacional que señalan que el asilo no debe ser otorgado a personas que hayan cometido delitos comunes? ¿Dónde dibujamos la línea entre un asesino en serie y un preso político, por ejemplo? Si el día de mañana el más acérrimo opositor de un gobierno asesina a otra persona y busca en otro país ser calificado como asilado por lo que dice contra el poder, ¿hay que otorgárselo? ¿La última palabra la tiene el Estado asilante?
Muchas personas y académicos que hoy condenan a Ecuador a la hora de interpretar el derecho se basan en su ‘espíritu’; ¿la intención de quienes suscribieron el Acuerdo de Caracas fue que se otorgue asilo a personas juzgadas por delitos comunes en más de una ocasión? O fue el espíritu de quienes establecieron la inviolabilidad de las misiones diplomáticas que estas puedan ser utilizadas para resguardar a sujetos condenados por la justicia del país en el que se encuentran, ¿por delitos comunes?
El hecho de que la irrupción en la embajada de México viole el derecho internacional habla mucho de lo que este derecho protege ahora, porque al hacerlo, por más incorrecto que puedan señalarlo, lo que Ecuador hizo fue darse un baño de dignidad patria y decir: hasta aquí. Estoy seguro de que la Corte de La Haya escuchará los argumentos sobre cómo la figura del asilo ha sido abusada, al punto de desnaturalizarla, para satisfacer deseos de ideologías gobernantes.