Premium

No todo está perdido

Avatar del Jorge Jalil

Para que el país salga adelante nunca en la historia de la democracia ecuatoriana se ha necesitado de un criterio único

Hoy quiero darle un tono positivo a esta columna y es que en la política nacional, contrario a los que muchos piensan, sí existen recambios generacionales que nos hacen soñar con una nueva clase política. No le daré importancia a la orientación política de cada uno ni “a quién responden”, ya que a mi parecer, la valía de un actor político no se define por su ideología o su líder, sino por los principios que defiende y su deseo de servir y su preparación para hacerlo.

Para que el país salga adelante nunca en la historia de la democracia ecuatoriana se ha necesitado de un criterio único. Para respaldar lo que les digo pondré algunos ejemplos, teniendo en consideración que puede que no esté de acuerdo con algunos de ellos en sus posiciones políticas: presté atención a la posesión de autoridades, sobre todo de Guayas, este fin de semana. Me dio gusto ver el discurso de posesión de Aquiles Álvarez, también ver al gobernador Tabacchi presente y a muchos representantes del sector privado con una sola intención: remar todos hacia un mismo objetivo, un Guayaquil mejor, más seguro y justo. El discurso de Marcela Aguiñaga también me dio la impresión de que la prioridad es la provincia y no las ‘vendettas’ políticas.

En el caso de Durán se escogió un candidato joven, de un partido independiente, para enfrentar los graves problemas que aquejan a nuestro hermano cantón. En su segundo día de trabajo, porque empezó a trabajar desde el domingo, sufrió un atentado que dejó heridos y muertos. Para él y su familia, y los familiares de los fallecidos y heridos, toda mi solidaridad.

En la Asamblea, perfiles como los de Esteban Torres, Nathalie Arias, Yeseña Guamaní, Johanna Moreira, Marcela Holguín y otros, también nos muestran que se puede hacer política de manera inteligente. Lo mismo con Otto Sonnenholzner, que desde su trinchera aporta al debate nacional con sus ideas.

A las nuevas autoridades solo me queda desearles lo dicho, y parafraseo, por una bendición irlandesa: “Que el viento del norte golpee fuerte en su espalda, que Dios siempre los guarde en la palma de su mano. Les deseo un buen viento y una buena mar”.