Salud mental

¿No se reducirían los femicidios? ¿No evitaríamos que desde casa nuestros niños no aprendan que “marido que no pega no es marido”?
Un tema que por años, no solo en el país sino en el mundo, ha evadido el protagonismo de las políticas públicas es la salud mental. La salud mental es uno de los factores más importantes en el tejido social. Claro que da gusto ver pasos como la atención psicosocial que se da de manera gratuita en el país en ciertos casos, y van en la dirección correcta, pero algo que atacaría de raíz muchos de los problemas que hoy nos agobian como sociedad es la concientización de la importancia de la salud y paz mental.
No confundamos conceptos, ni salud ni paz mental equivalen a una vida libre de problemas, sino que consiste en contar con las herramientas para lidiar con las situaciones que se nos presentan a diario y que en muchos ocasiones, una a una vencen el espíritu de una persona, y en los casos más drásticos, las mismas ganas de vivir.
Considerando la crisis de drogas y microtráfico en nuestros jóvenes, los femicidios, la facilidad con la que hoy una persona pierde su rumbo y opta por tirar su vida a la basura, ¿no sería bueno que la salud mental pase a ser, en sí, una política pública? Mayor inversión en centros de ayuda a todos quienes lo necesiten, una campaña publicitaria robusta para concientizar sobre la salud mental y que sufrir de algo relacionado con ella no sea visto como una señal de debilidad sino de valentía para buscar ayuda, para enfrentar los problemas y los fantasmas que a veces atormentan a alguien y no tomamos en cuenta a la hora de juzgar.
¿No se reducirían los femicidios? ¿No evitaríamos que desde casa nuestros niños no aprendan que “marido que no pega no es marido”? ¿No habría menos consumo de drogas? ¿No tendríamos una juventud con más criterio para tomar las riendas de su vida y salir adelante? Ojo que no digo que no se está haciendo nada. La Secretaría de DD. HH. y el MIES cuentan con ciertas herramientas, pero como les comento, al convertirlo en una política pública por sí sola, como en el caso de la lucha contra la desnutrición infantil, se potenciaría un entendimiento más profundo de la problemática y se salvarían incluso vidas y familias.