Las dos caras de la moneda
El CNE usa la ley como quiere. Tanta inacción por un lado y exceso de legalidad por otro...
Si algo se ha hecho patente en estas elecciones anticipadas es que las autoridades del sistema electoral están pintadas en la pared. Porque no hay cómo justificar tanta inutilidad en el control de las campañas electorales. Que hayamos conocido más de unos candidatos que de otros o que se sienta con más intensidad su publicidad en calles y radios, es sinónimo de que alguien se hizo de la vista gorda. ¿O creen que sí se ha garantizado la promoción “equitativa e igualitaria” de las candidaturas como manda la ley?
Pero eso no es lo peor. Parece que el Consejo Nacional Electoral (CNE) nunca entendió que el país vive una situación extraordinaria. Todo lo que ha ocurrido desde la ‘muerte cruzada’ es eso. Es que no es tan difícil advertir que eventos políticos de esta naturaleza no tienen referencia histórica ni normativa y, por tanto, las cosas se tocan “de oído”, con sentido de urgencia y respetando derechos. Es claro que las leyes no prevén todos los escenarios y que esas lagunas normativas se deben suplir con aplicación de principios.
Eso dificulta las cosas porque en estos escenarios extraordinarios, hacer “copia y pega” es bien jodido. Un ejemplo devastador, que sí restringió derechos -tanto de los sujetos políticos que participan directamente en las elecciones como de la colectividad- fue la actuación del CNE de cara a las consecuencias electorales por el asesinato de Villavicencio.
El CNE debió tomar una postura de solvencia con la democracia. No solo para habilitar -desde lo accidentado o extraordinario- un camino legítimo y sin trabas para la sucesión del candidato, sino para menguar las desigualdades de una carrera que empezó con ocho y debía terminar con ocho. Yo no vi eso.
Esa torpeza abyecta hiere de ilegitimidad las elecciones porque es innegable que un binomio no pudo estar en igualdad de oportunidades con los otros, a tal punto que ni siquiera se les permitió participar en el debate, aunque sí estarán en la papeleta.
El CNE usa la ley como quiere. Tanta inacción por un lado y exceso de legalidad por otro, solo aclara que el rol que juega esa autoridad tiene agenda propia. Resta, entonces, en confirmar quiénes están detrás.