A largo plazo
La tónica general de las preguntas de la consulta popular sí perfila una política criminal ante la problemática actual: situar como enemigo al crimen organizado’.
Otra vez estamos sumidos en una ola de violencia. Respiramos miedo en cada plegaria que nos une al salir a la calle, al esperar el regreso de los hijos a casa. No hay lugar seguro, eso está claro. Vemos las noticias, las redes sociales y los mensajes con sangre se repiten. Los videos de asesinatos de policías, bombazos y balaceras son el menú que engorda nuestro pánico.
El Gobierno usa la receta clásica: los estados de excepción. Apunta a la restricción de derechos, movilización de la fuerza pública, toques de queda y todo lo que ya conocemos. Cuestionamos su efectividad, pero al menos, sabemos que “apaga el incendio”, aunque la cosa siga ardiendo. ¿Cuándo acabará? ¿Cuándo veremos algún resultado que aliente a pensar en algo distinto o estamos tan rotos que ya no tenemos arreglo? No lo sé, pero el desánimo no construye políticas públicas y, ciertamente, tampoco una política criminal.
La tónica general de las preguntas de la consulta popular sí perfila una política criminal ante la problemática actual: situar como enemigo al crimen organizado. Ese fue el espíritu de las preguntas sobre la redefinición del rol de las Fuerzas Armadas y de la extradición de nacionales.
De la nueva remesa de preguntas, la primera tiene que ver con reformas al Código Orgánico Integral Penal para cambiar las reglas sobre la incautación de los bienes producto del narcotráfico y otros delitos relacionados, para que sean destinados a programas de educación para la niñez y adolescencia.
Lo que podría parecer una inducción a la emotividad o quizás una obviedad, en verdad tiene mucho contenido: se mira al mediano y largo plazo. Pensemos en la cantidad de niños de 3 y 6 años que no tienen la alternativa de escoger entre un arma o un cuaderno porque antes de aprender a hablar aprenden a silbar para servir de ‘campanas’ en lugares tan tenebrosos como el cerro Las Cabras. Así sobreviven y se adaptan los sicarios del mañana.
Por tanto, apuntar a asignar directamente esos recursos para que la estructura de educación llegue a donde falta, luce como una esperanza que ataca un problema de fondo: la ausencia del Estado.
Es eso o sigamos viviendo en estados de excepción en bis.