¿Nebot sale mal parado?
"Esta pandemia pone en jaque no solo la actuación de Viteri como cuadro de su partido: también el modelo que venía blandiendo como bandera en su discurso..."
Guayaquil es un caso de atención internacional en tiempos de coronavirus por el número de muertos. The Financial Times considera, inclusive, que ocupa el primer puesto en el ‘ranking’ mundial. Una noticia deplorable para las familias de las víctimas, para la ciudad, para el Gobierno y también para la Alcaldía de Guayaquil, en manos de Cynthia Viteri.
No hay cómo politizar la desgracia humana, pero es indudable que esta realidad tendrá consecuencias en el tablero político. Por lo pronto, no solo pierde el Gobierno por el manejo de esta urgencia. En el terreno, la más perjudicada parece ser la alcaldesa que, a lo largo de la crisis sanitaria y humanitaria, ha ido de tumbo en tumbo. Es evidente que Cynthia Viteri se volvió también un problema para el socialcristianismo.
¿Perjudica esto las aspiraciones presidenciales de Jaime Nebot? El líder del PSC ha sido cauto para no poner en evidencia las metidas de pata de Viteri. Al fin y al cabo, él la prefirió sobre Doménica Tabacchi, hizo campaña por ella y le dejó gran parte de su equipo en la administración. Pero es evidente que Nebot se mantiene alejado de la alcaldesa y que cuando tuvo que involucrarse en la respuesta humanitaria prefirió formar un colectivo independiente con las fuerzas empresariales que estuvieron a su lado durante su gestión: el Comité Especial de Emergencia por Coronavirus.
Nebot navega en este momento en medio de una confluencia de aguas torrentosas. En los hechos, esta pandemia pone en jaque no solo la actuación de Viteri como cuadro de su partido: también el modelo que venía blandiendo como bandera en su discurso, sus convicciones sobre el municipalismo en su relación con el Estado y su consigna de no sumar impuestos, o contribuciones especiales, incluso ante una tragedia mortífera como la del coronavirus.
Es claro que Cynthia Viteri no dio la talla política que requería para reemplazarlo en la alcaldía de Guayaquil. Y que tampoco está a la altura de circunstancias tan adversas como las que vive la ciudad por esta pandemia. Nebot se jugó por ella. Y allí todavía no hay una explicación. Endosar las responsabilidades al Gobierno (que son evidentes) no basta para cubrir el enorme vacío de gestión y autoridad que el aparato socialcristiano consintió que se produzca en la ciudad.
El coronavirus también puso en evidencia las enormes diferencias socioeconómicas que hay en Guayaquil. Ese no es, en forma alguna, un patrimonio exclusivo del Puerto Principal. Pobreza hay en todo el país. Pero es elocuente que el modelo de gestión socialcristiana, con evidentes avances en desarrollo económico, muestra graves falencias no solo sociales sino en la construcción de una ciudadanía que opere, en forma consciente, por fuera del uso de la fuerza. El modelo de Nebot depende de él y es sostenible solo con él: carece de total institucionalización. Esa es una crítica que él nunca ha aceptado.
Trasplantar ese modelo al Estado es, siempre fue, una expectativa inviable. Quizá por ello, Nebot -que sigue trabajando en su candidatura- ya no habla del modelo guayaquileño: ahora promociona una consulta popular para obtener mandatos que permitan, a sus ojos, romper las lógicas que inmovilizan a la sociedad y al país.
Otra de las incongruencias palpables del modelo de Guayaquil, promocionado por el PSC, es oponerse al Estado, pero depender económicamente del Estado. Lo mismo ocurre con su visión sobre los impuestos. No los quiere, pero reclama plata sin ofrecer alternativas reales y sostenibles para encontrarla. Salvo una: pedir más préstamos internacionales. Como si no hubiera que pagarlos.