A favor o en contra de Petro

No solo las cifras parecen afectar a Petro. Hernández mina de tal manera su discurso que lo obliga a reinventar su narrativa. Hasta esta elección, él tenía el monopolio de ser el político del cambio en Colombia’.
¿Cómo perder ganando? Gustavo Petro, el candidato de la vieja izquierda en Colombia, tiene la fórmula: ganó la primera vuelta de la elección presidencial con 40% de votos y perdió su apuesta de hacerlo con 50% de votos más uno. Tiene que ir a la segunda vuelta con Rodolfo Hernández, un candidato de 77 años que, con 28% de votos, se convirtió en la gran sorpresa de la elección y en un problema casi insoluble para él.
Hernández es el ‘outsider’ de la elección. Su crecimiento electoral fue tan rápido y exitoso que en el último mes de campaña logró superar a Federico Gutiérrez, exalcalde de Medellín, que figuraba, en los sondeos, como el contendor irremediable de Gustavo Petro. Le sacó 4% de votos y, al hacerlo, se volvió una amenaza real para el candidato de la vieja izquierda. En sumas y restas, Hernández puede contar teóricamente con los votos del electorado de Federico Gutiérrez quien, el domingo, al reconocer los porcentajes de la Registraduría, dijo que votaría por Hernández. En ese sentido, la segunda vuelta, que se realizará el 19 de junio, será un plebiscito a favor o en contra de Gustavo Petro que en 2018 ya había perdido, en segunda vuelta, con el actual presidente Iván Duque.
No solo las cifras parecen afectar a Petro. Hernández mina de tal manera su discurso que lo obliga a reinventar su narrativa. Hasta esta elección, él tenía el monopolio de ser el político del cambio en Colombia: el hombre de la ruptura, del antiestablecimiento y la alternancia política. Hernández compite hoy con fuerza en ese terreno. Con un discurso coloquial y de guerra contra los políticos y los partidos tradicionales, el exalcalde de Bucaramanga se coló en el imaginario de los electores como un hombre de cambio.
Petro no lo puede estigmatizar de político del continuismo, como venía haciendo con Federico Gutiérrez. Tampoco lo puede encasillar como un representante de la oligarquía, pues Hernández no depende de partidos o grupos: es un millonario que hizo su fortuna en el sector de la construcción y que no vaciló en decir a los electores que tiene cien millones de dólares.
En los hechos, Petro y Hernández son, en el discurso, candidatos del cambio contra un establecimiento político cuyas maquinarias no incidieron, en forma decisiva, esta vez. Los dos, con cerca del 70% del electorado, consagran el declive del uribismo que, durante los últimos 20 años, ha marcado el ritmo de la vida política en Colombia.
Se entiende que el electorado quiere un cambio. En segunda vuelta tendrá que decidirse entre dos polos que se antojan extremos: Petro es la vieja izquierda con promesas de un chorro de programas sociales que nadie sabe cómo financiará. Hernández es una incógnita, pues su campaña ha estado centrada, en forma obsesiva, en la lucha contra la corrupción. Se sabe que es un buen administrador, que preconiza más producción y atender mejor a los sectores más desfavorecidos y que es un conservador en temas de libertades personales. Es un provocador al estilo de Donald Trump, con salidas nada felices como haberse declarado admirador de Hitler. De Einstein, dijo luego para excusarse ante la comunidad judía.
Petro buscará votos en el centro, entre los abstencionistas, las mujeres y el sector progresista que votó por Sergio Fajardo, que llegó en cuarta posición. Hernández, que ha hecho toda su campaña en redes sociales y usa TikTok, solo tiene que mover al electorado alrededor de un dilema: a favor o en contra de Petro. Y lo hará sabiendo que Petro tiene un techo y que no está lejos de haberlo tocado en la primera vuelta.