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Iza debe toparse con la ley

Avatar del José Hernández

Todos ellos saben que la impunidad es madre y padre de todos los delitos. Por eso Leonidas Iza se arroga el derecho de tutelar la democracia, el plazo del período presidencial, la paz social y la seguridad de sus habitantes. Y lo hace a nombre del pueblo, como si gozara de un mandato constitucionalmente atribuido

Los pedidos en redes sociales a la Conaie son categóricos: que los indígenas protesten en calma. Que dejen circular. Que permitan a los enfermos, que han esperado cirugías y tratamientos, ir a sus citas. Que no pongan en peligro la exportación de flores, de brócoli, de alimentos. Que no violenten la propiedad privada. Que no repitan lo que hicieron en Octubre-2019 en Ambato. Que no atenten contra Quito...

La suma de pedidos conduce a tres preguntas: ¿quién autorizó a la Conaie y a Leonidas Iza, a convertirse, cuando se les antoja, en legión con derecho a a paralizar, aterrorizar a sus conciudadanos, bloquear pozos petroleros, destruir bienes públicos, invadir o quemar edificios? ¿Quién les dio licencia para poner en jaque el orden público, la producción, la circulación de bienes y personas? ¿Quién los facultó a disponer del cargo del presidente de la República?

La protesta es un derecho. Los motivos para manifestar sobran en un país legendariamente mal administrado y con agendas atrasadas. Hay problemas que, ventilados en una manifestación, deben ser atendidos y otros, más estructurales, que deben ser zanjados en las urnas. Esos postulados hacen parte consustancial de la democracia. Sin embargo, no permiten - para ser ejercidos- recurrir a la violencia, prescindir de las leyes y poner el país patas arriba cuando a alguien se le ocurra.

Leonidas Iza y sus seguidores quieren regresar el país a la inestabilidad política e institucional que conoció a finales de los años 90 y comienzos de este siglo. Abdalá Bucaram, Jamil Mahuad y Lucio Gutiérrez fueron víctimas de sublevaciones que terminaron con sus mandatos, en las cuales los indígenas fueron fuerza de choque. Ahora Iza funge de locomotora y promueve las intentonas golpistas. El correísmo lo acompañó en 2019 para tratar de tumbar al gobierno de Lenín Moreno. Esta vez hace lo mismo, aunque ante la opinión esperará prudentemente para ver si prende la mecha. Otro tanto hará el Partido Social Cristiano, experto en sacar boletines condenando la intentona, una vez que fracasa.

¿Cuántos delitos cometieron Iza y los otros dirigentes de la Conaie en Octubre-2019? Nadie sabe. A nadie importa. Él y los suyos se victimizaron y, finalmente, fueron amnistiados por el correísmo, Pachakutik, parte de la Izquierda Democrática y algunos independientes. Todos ellos saben que la impunidad es madre y padre de todos los delitos. Por eso Leonidas Iza se arroga el derecho de tutelar la democracia, el plazo del período presidencial, la paz social y la seguridad de sus habitantes. Y lo hace a nombre del pueblo, como si gozara de un mandato constitucionalmente atribuido. Y lo hace a nombre de los pobres intentando erigirse desde ahora en el nuevo salvador supremo. Un ser que no responde ante nada ni nadie, y cree que puede recurrir a la violencia para imponer tesis y reivindicaciones porque su violencia es sagrada: se inspira en causas nobles. Lo dice en su libro Estallido, en el cual preconiza destruir la democracia e imponer el comunismo indoamericano.

Iza y los suyos no tienen trabas para actuar. Se acostumbraron a violar el ordenamiento jurídico como si las leyes fueran literalmente tigres de papel. Y no habrá forma de civilizar las contradicciones, sociales y políticas, si él y los suyos no se encuentran con la ley y las consecuencias que conlleva violarla. No puede haber políticos con derecho a tomar el país de rehén. Tampoco iluminados que hagan y deshagan aduciendo querer instalar aquí el paraíso. Por fortuna hasta los dichos populares son sabios: el infierno está empedrado de buenas intenciones.