Pareja exhibe al gánster Correa

Lo que hizo Pareja en la Comisión de Fiscalización fue, precisamente, perfilar el modelo concentrador de poder de Rafael Correa. Ese modelo de cinco poderes en el cual nada escapaba al control del partido único y al ojo vigilante del prófugo de Bélgica.
No hay todavía variedad de testimonios de cómo funcionaba el correísmo por dentro, cuando estaba en Carondelet. Las relaciones que se daban en la cúpula y las disensiones por el poder. O por los negocios. En ese punto estriba la importancia que tuvo la comparecencia de Carlos Pareja Yannuzzelli, la semana pasada, en la Comisión de Fiscalización de la Asamblea.
Por supuesto que ese no fue el punto medular de la exposición de cuatro horas del exviceministro de Hidrocarburos y expresidente de Petroecuador en el gobierno de Correa. Él fue a llevar documentos que apuntan, según dijo, a determinar la existencia de una estructura criminal liderada por Rafael Correa en el campo petrolero. Que ha costado al país, según dijo, más de cinco mil millones de dólares.
Pareja Yannuzzelli es un personaje: está preso, en la cárcel 4 de Quito, desde el 11 de agosto de 2017. Ese día volvió al país y se entregó a la Justicia convencido de haber firmado un Acuerdo de Cooperación Eficaz con el fiscal de entonces, Carlos Baca Mancheno. Llegó acompañado por José Serrano, entonces presidente de la Asamblea. Según Pareja, los dos lo traicionaron. El 30 de octubre de 2018 la Corte lo condenó a diez años de cárcel por peculado en la Refinería de Esmeraldas. En total, seis sentencias pesan sobre él.
¿Qué acredita, entonces, su acusación? Uno: que conocía al correísmo por dentro; era uno de ellos. Dos: que tiene pruebas de haber denunciado irregularidades en el sector petrolero desde 2008. De haberlo hecho ante Rafael Correa, el ministro Wilson Pastor, los fiscales Galo Chiriboga, Carlos Baca Mancheno, Raúl Pérez Reina, Ruth Palacios Brito, Fabián Salazar, el contralor (Pólit y Celi), el procurador (Diego García)…
Una catarata de denuncias que, en su caso, no lograron ningún resultado. Pareja Yannuzzelli pareció sorprendido por eso ante los asambleístas. Una impostura. Lo que él hizo en la Comisión de Fiscalización fue, precisamente, perfilar el modelo concentrador de poder de Rafael Correa. Ese modelo de cinco poderes en el cual nada escapaba al control del partido único y al ojo vigilante del prófugo de Bélgica. Eso aseguraba la opacidad del gobierno y su impunidad.
Es imposible que Pareja no supiera que ese modelo, para que funcione, es forzosa y delincuencialmente incluyente. Y lo ratifica al decir que en el tema petrolero, que fue a denunciar, tuvieron que ver el vicepresidente, el secretario jurídico de la Presidencia, ministros de Hidrocarburos y de Finanzas, fiscales, contralores, procurador, altos funcionarios de Petroecuador, miembros del comité de deuda…
No se entiende que Pareja se asombre de que sus denuncias no prosperaron. Precisamente la fortaleza de un mecanismo corrupto también está en neutralizar a los miembros de la misma mafia que, por la razón que sea, quieran poner en evidencia sus delitos y negociados. No hay cómo extrañarse, entonces, de que todo llegara y todo se extinguiera en el despacho de Correa o en la Fiscalía de Galo Chiriboga.
El aporte de esta denuncia está cabalmente ahí: en demostrar que durante el correísmo no hubo, en los cargos de decisión, ingenuos o inocentes. El mecanismo corrupto funcionaba y muchos robaron o viabilizaron la corrupción trepados en postulados seudoideológicos. El mismo Pareja Yannuzzelli se quedó mientras denunciaba y luego se dedicó a cometer sus propios delitos en la Refinería de Esmeraldas.
Que ahora cuente cómo robaban y extorsionaban sus panas no solo ayuda a la Fiscalía: exhibe el mecanismo corrupto que Correa montó con esos seres que llamó de manos limpias y corazones ardientes.