El segundo ‘round’ de Lasso

La comunicación se hace en función de la estrategia política; no al revés. Por eso resultó coherente durante la primera etapa de la vacunación, pero errática en el segundo semestre del año de gobierno’.
Hoy el presidente Guillermo Lasso cumple un año en Carondelet. En su Discurso a la Nación mirará hacia atrás para reivindicar dos puntos: la vacunación y el manejo macroeconómico que le permitirá decir -como ya lo ha hecho- que su gobierno puso la casa en orden. Y mirará hacia delante para fijarse, entre otras, dos prioridades para su segundo año: la inseguridad y el desempleo. Hay, no obstante, inquietudes que no resuelve y que aparecen tanto si se mira por el retrovisor como si se considera la acción gubernamental con espíritu prospectivo.
1. Anunciar la hoja de ruta, sus prioridades y sus tiempos: por fuera de la vacunación, el Gobierno no dijo cómo recibió el país ni explicó lo que quería hacer y lo que los ciudadanos estaban en derecho de esperar en su primer año. Los resultados macroeconómicos son mucho mejores de lo esperado y han sorprendido incluso a expertos internacionales. Puertas adentro, el Gobierno pudo bajar el déficit fiscal, subir la reserva monetaria y asegurar la dolarización, transparentar cuentas, pagar parte de los inmensos retrasos que heredó y cumplir las metas que se fijó con el FMI. Sin embargo, el país no supo por qué tenía que hacer esas tareas ni qué agendas debía posponer. Es un error. No se sabe si se repetirá en el segundo año, o si el Gobierno marcará la ruta, fijará prioridades y tiempos y los explicará al país.
2. Resolver la ambivalencia política: si la política no ayuda, por lo menos no debería estorbar. El Gobierno ha oscilado el primer año entre alianzas dispares. Una, fallida, con el correísmo y el socialcristianismo. Y otra, que viabilizó, con Pachakutik, la Izquierda Democrática y algunos independientes, pero que no le permitió concretar ninguna de las reformas propuestas en campaña.
Paralelamente, planteó dos escenarios políticos, de naturaleza diferente, para supuestamente sacudir el ‘statu quo’: la muerte cruzada, que hubiera enviado a los asambleístas y al presidente ante los electores. Y una consulta popular destinada a forzar, mediante mandato popular, reformas que la Asamblea se ha negado a considerar. Ninguna se concretó. Y ante la desidia del Legislativo, el presidente dijo que recurriría a decretos o reglamentos para avanzar ciertas reformas. Esa decisión está pendiente. Es decir, el panorama político ha sido ambiguo y requeriría, en el segundo año, mayores definiciones susceptibles de generar certezas.
3. Volver más asertivos los mensajes: la comunicación se hace en función de la estrategia política; no al revés. Por eso resultó coherente durante la primera etapa de la vacunación, pero errática en el segundo semestre del año de gobierno. Con un agravante: la fuerte presencia del presidente Lasso que se da en dos planos. Uno: como vocero principal del Gobierno. Dos: como sujeto político alrededor del cual se establece la comunicación oficial. Eduardo Bonilla convirtió la bitácora presidencial en materia única de la comunicación; en vez de las agendas urgentes del país alrededor de las cuales el presidente establece planes de acción. Se entiende que en este punto debe haber cambios esenciales: mayor participación de los ministros, menor participación pero más significativa en el plano informativo del presidente y comunicación focalizada en los dos temas en los cuales el Gobierno debe proponer y liderar políticas de Estado: la inseguridad y el desempleo.
Si el presidente anuncia hoy que se enfoca definitivamente en la reactivación económica, el énfasis tendrá que hacerlo en una gestión eficiente y en una comunicación asertiva: menos lemas de campaña y más acciones concretas.