Premium

Otra vez Nebot queda debiendo

Avatar del José Hernández

Esta elección será el termómetro de un partido contraído sobre sí mismo, dirigido por un político que puso fin a su aspiración presidencial

Curiosamente las elecciones del próximo domingo pueden afectar más a la oposición que al Gobierno. Basta hacer sumas y restas. No existe expectativa oficial alguna sobre las elecciones seccionales. Al punto que el partido del presidente no tiene candidatos en Guayaquil, su ciudad. En cambio, sobre la consulta popular el Gobierno tiene cifras que, según los sondeos, le facultan a esperar los resultados con relativa tranquilidad.

Las elecciones seccionales se convierten, en ese contexto, en una competencia entre las formaciones de oposición al Gobierno: el correísmo, el nebotismo y la tendencia que lidera Leonidas Iza. Se cuentan, miden fuerzas e inserción local y regional. Esa fotografía electoral les servirá para reposicionar estrategias y apetitos. Y, en forma directa e indiscutible, incidirá en esa alianza táctica que los junta -en la Asamblea, en la calle o en el relato- contra Guillermo Lasso.

El socialcristianismo es el partido que corre más riesgos. Se expone en dos frentes: uno, electoral; otro, estrictamente político y tiene que ver con su posicionamiento en lo que algunos llaman la centroderecha. Un partido paralelo juega Jaime Nebot con Rafael Correa y Leonidas Iza.

Pocas veces el líder del PSC habrá estado en una situación tan delicada. El territorio que controla está seriamente amenazado. Es posible que conserve la alcaldía de Guayaquil, pero para lograrlo ha tenido que hacer de tripas corazón: Cynthia Viteri se convirtió para él en un mal necesario; es una alcaldesa investigada por manejos indelicados del dinero público y lidera los sondeos gracias a una campaña populista, cuyo nivel desafía hasta los cánones socialcristianos.

Esta elección será, en este punto, el termómetro de un partido contraído sobre sí mismo, dirigido por un político que puso fin a su aspiración presidencial y que apuesta por figuras de su edad o meramente leales a él. No parece que el PSC haya crecido y, salvo sorpresas, mantener su poder local podría ser su máxima aspiración.

En el PSC nadie lo dirá, pero saben que esos resultados serán esenciales en su estrategia pos-febrero 5. Si al PSC le va mal y el correísmo e Iza llegaran a crecer (estimulando así sus intenciones desestabilizadoras), el PSC se vería forzado a evaluar la alianza que tiene en la Asamblea con esas fuerzas. A menos que los incentivos fueran tan poderosos que lo empujaran a convertirse en simple peldaño del retorno del correísmo. O de la expansión del fenómeno Iza, igualmente nocivo para la democracia en el país.

Esta elección confirmará -o no- el desgaste estrictamente político sufrido por el PSC, que va mucho más allá de su marco electoral. Se sitúa en lo que algunos analistas llaman “tendencia de centroderecha”, en la cual Nebot dejó de ser un referente. Su aporte en el debate sobre la consulta es escuálido. Es verdad que es favorable a ese mecanismo de participación democrática y que, con razón, ha desvinculado qué se pregunta de quién pregunta. Nebot se distancia así del correísmo y de la izquierda jurásica que, so pretexto de castigar al presidente Lasso, llaman a votar todo No.

Sin embargo, queda debiendo de ancho y largo en la defensa del sistema democrático, que atacan sus aliados en la Asamblea. Y queda debiendo -y mucho- en la lucha contra el narcotráfico, cuyo peligro para el país no ha dado pruebas de sopesar en toda su dimensión. Su partido no ha hecho el énfasis que necesita y merece la extradición.

Nebot vuelve a estar por debajo del reto democrático que la circunstancia impone. A los ciudadanos, claro, y sobre todo a los líderes políticos.