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Juan Carlos Díaz Granados | 16 candidatos en debate

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Es crucial que los votantes utilicemos el debate como una herramienta de diálogo social

La mayoría de los 16 candidatos a la presidencia de la República carecen de posibilidades reales de resultar electos, pero su promoción electoral es sufragada con nuestros impuestos, recursos que deberían destinarse a obras públicas, seguridad ciudadana, salud y educación, por ejemplo. Es crucial reformar la Constitución y el Código de la Democracia para que la financiación provenga de aportes privados de aquellos que realmente creen en las propuestas de los candidatos, en lugar de cargar este costo a la ciudadanía.

Otro aspecto para considerar en la reforma es la presencia de candidatos que surgen de partidos de ‘alquiler’, sin un compromiso ideológico real, que buscan restar votos a aquellos con mayores posibilidades.

Con un número tan elevado de candidatos es difícil que cada uno exponga sus propuestas claramente. Esto no solo alarga innecesariamente los debates, sino que también dificulta a los votantes verlos en su totalidad.

Muchos de estos candidatos prometen regalos irrealizables para un Estado deficitario, cerrado a la inversión privada. Es determinante elegir personas con experiencia y conocimiento real de la administración pública, con excelentes equipos de trabajo. Requerimos líderes que comprendan la realidad económica del país, especialmente tras un año de decrecimiento. No existe espacio para promesas vacías, porque la realidad demanda aperturas hacia el comercio y la libertad económica.

Los candidatos de la derecha deben ser más frontales y coherentes en la defensa de sus propuestas, cumpliéndolas una vez en el poder. Hemos sido testigos de promesas traicionadas, como la reducción de impuestos que se transforman en aumentos. Si tanto la derecha como la izquierda implementan políticas fiscales similares, ¿en qué se diferencian?

Es crucial que los votantes utilicemos el debate como una herramienta de diálogo social. Un debate genuino refleja una sociedad abierta, en contraste con los regímenes cerrados donde la voz de los políticos ordena. La esperanza radica en la posibilidad de elegir candidatos que, más allá de sus discursos, busquen el bienestar de la nación.