Juan Carlos Díaz Granados | Debates
Al permitir que los votantes evalúen a sus candidatos en un entorno controlado, fomenta una ciudadanía más informada
Los debates obligatorios organizados por el Consejo Nacional Electoral (CNE) son una herramienta fundamental en el proceso electoral ecuatoriano, porque permiten a los votantes informarse de manera directa sobre las propuestas de los candidatos a la presidencia. La importancia de estos debates radica en varios aspectos clave.
En primer lugar, los debates ofrecen una plataforma donde los candidatos pueden exponer sus ideas y propuestas, así como su capacidad para reaccionar con altura ante la presión y al cuestionamiento de sus contrincantes. Este espacio no solo favorece la transparencia, sino que documenta las promesas de los candidatos, permitiendo que los votantes podamos evaluar su cumplimiento en caso de ser electos. La obligatoriedad de asistir a estos debates asegura que todos los candidatos, independientemente de su popularidad, participen en este ejercicio democrático, lo que representa una ventaja significativa para la ciudadanía.
Es vital garantizar que estos debates cuenten con moderadores capacitados, ejes temáticos y una metodología que mantenga el interés público. La historia ecuatoriana ha demostrado que candidatos outsiders han logrado alcanzar la presidencia gracias a su desempeño en estos espacios, lo que señala la relevancia del debate como herramienta para cambiar el rumbo político del país.
El Código de la Democracia también abre la puerta para que el sector privado, la academia y organizaciones de la sociedad civil organicen debates complementarios para todas las dignidades. Esta es una oportunidad invaluable que deberíamos aprovechar. La pluralidad de formatos y enfoques en los debates puede enriquecer el diálogo democrático, permitiendo que diferentes perspectivas se escuchen.
Al permitir que los votantes evalúen a sus candidatos en un entorno controlado, fomenta una ciudadanía más informada y crítica. Organizar debates obligatorios no solo es una responsabilidad del CNE, sino una inversión en la calidad de nuestra democracia. Es tiempo de que, como sociedad, apoyemos activamente el debate de las ideas para impulsar soluciones.