Juan Carlos Díaz Granados | Funcionarios probos más allá de abril 13

Podemos impulsar reformas, modernizar leyes, crear marcos regulatorios más eficientes
Independientemente de quién gane la presidencia el próximo 13 de abril, el futuro del país dependerá en gran medida de la calidad de las personas que integren los distintos poderes del Estado. La historia del Ecuador en el siglo XXI nos ha enseñado que la negligencia, la corrupción y las malas decisiones no nacen solas. Tienen nombres y apellidos. Por eso es urgente que los cargos públicos sean ocupados por funcionarios capaces y probos.
El Estado es una realidad intersubjetiva compuesta por más de seiscientas mil personas, cada una con intereses personales, aspiraciones legítimas -o no-, y decisiones diarias que impactan en el rumbo del país. Ningún presidente, por más competente que sea, puede vigilar cada movimiento de todos esos servidores. Por eso es clave que quienes ingresan a la función pública lo hagan cumpliendo dos condiciones esenciales: conocimiento técnico para ejercer el cargo y una reputación que proteger. Solo así se aseguran gestiones responsables.
Durante las últimas décadas, hemos visto desfilar por instituciones públicas a personas que no cumplen con esos requisitos. Muchos llegaron sin experiencia ni preparación, y sin una marca personal que defender. Por eso se prestan a cumplir cualquier orden, incluso las que perjudican al país. No sienten que pierden nada. No tienen nada que cuidar.
Podemos impulsar reformas, modernizar leyes, crear marcos regulatorios más eficientes, pero si quienes los aplican no están comprometidos con el país, todo será letra muerta. Lo hemos visto una y otra vez: funcionarios que, salvo excepciones, se olvidan del bien común con tal de llevarse maletas de efectivo. El problema es estructural: los puestos se siguen entregando por afinidad política, como botín de guerra.
Cada cargo importa. No puede seguir usándose como premio o pago por favores políticos. El clientelismo nos ha costado demasiado. Urge cambiar este patrón si queremos avanzar. Más allá de quién gane las elecciones, el verdadero desafío será tener un Estado conformado por personas decentes, que tengan espíritu de servicio hacia nosotros, los contribuyentes.