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Juan Carlos Holguín: Alex Quiñónez y el triunfo en los juegos olímpicos

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Cuando un deportista ecuatoriano tiene un triunfo, constatamos titulares de que sus logros son a pesar de la falta de apoyo

Terminaron los Juegos Olímpicos de París en los que Ecuador tuvo la mejor representación histórica desde que compite en esta cita deportiva, tras obtener cinco medallas y seis diplomas.

Este resultado sorprendió al mundo deportivo latinoamericano, pues Ecuador terminó en el medallero superando a tradicionales potencias latinoamericanas como Colombia, Argentina o México. Solo fue superado por los resultados de Cuba y Brasil.

Cuando un deportista ecuatoriano de alto rendimiento tiene un triunfo, constatamos titulares de que sus logros son a pesar de la falta de apoyo del Estado. El caso más emblemático de estos juegos olímpicos fue el de Glenda Morejón, quien hace apenas siete años ganaba el Mundial Juvenil de Marcha, compitiendo con zapatos rotos.

El pasado domingo, la ahora medallista junto con otros deportistas que resultaron ganadores en los juegos olímpicos, solicitaron a los medios de comunicación que no se utilice a los deportistas como herramientas o instrumentos para agendas políticas, especialmente en el intento de enfrentar a los atletas con el gobierno de turno.

Hay que destacar que el actual ministro de deportes logró pagar en poco tiempo los pendientes económicos con los atletas. Sin embargo, por lo corto aún de su gestión, todavía no ha modificado el Plan de Alto Rendimiento, que necesita un cambio estructural. El problema no está en su ministerio: está en muchas de las federaciones que no tienen ningún tipo de control sobre los recursos que reciben. Los atletas quedan entonces sin posibilidad de cumplimiento de su planificación de entrenamientos, porque en las federaciones usualmente se buscan los tickets aéreos más caros, con proveedores de confianza, o con intereses que se alejan del bien superior que es el interés deportivo del atleta.

Es fácil analizar este triunfo deportivo del Ecuador: no tiene que ver con el Plan de Alto Rendimiento, sino que coincidentemente todos los deportistas que ganaron una medalla, son los que contaron, además, con el apoyo del sector privado, lo que permitió su tranquilidad para su preparación.

En 2021 el Ecuador tuvo un punto de inflexión que hemos olvidado en esta espiral de violencia: el asesinato de nuestra estrella deportiva Alex Quiñónez, en Esmeraldas. Quiñónez era de aquella generación que creció entre los años 2007 y 2017, pero esas políticas públicas no dieron resultados. Su historia debió terminar de manera diferente. De hecho, la historia de todas las niñas y niños de Esmeraldas debería ser diferente. Pero no lo es. Es precisamente esa generación, la que sin oportunidades, ha tomado en los últimos años, tristemente, el camino de la bandas y las pandillas.

Por eso, el triunfo de los deportistas de alto rendimiento apoyados por organizaciones como la Fundación Crisfe, despierta la esperanza y marca una línea a seguir.

Si se profundizan los modelos que más allá del deporte ofrecen a los jóvenes oportunidades de educación, de salud para ellos y sus familias, aprovechando las condiciones físicas, geográficas o deportivas de nuestro país, nos mantendremos como una potencia olímpica. Pero además habremos ganado la mejor de las medallas: que los niños y niñas vean en el deporte su esperanza.