Juan Carlos Holguín | Los audios de Glas, un nuevo símbolo del correísmo

Esta es una historia de cómo opera una estructura negativa... Todo es repugnante. La ciudadanía requiere varias explicaciones
Hay varios símbolos que representan el funcionamiento del correísmo. El denominado 30S fue símbolo de cómo el aparataje de comunicación propagandística del poder de turno montó un supuesto golpe de Estado, que cobró varias vidas de inocentes, solamente por construir una narrativa de ego y poder.
La Refinería del Pacífico ha sido también el símbolo del despilfarro correísta y la corrupción. Una obra que no existe y que ha costado más de mil quinientos millones de dólares, en contubernio con una de las empresas más corruptas de la historia. Está también Yachay, o el anuncio de René Ramírez del falso Tesla. O el título de Pedro Delgado. En fin, hay muchos símbolos del funcionamiento de este proyecto político, del que costará salir por sus prácticas clientelares.
Sin embargo, lo que parecería más bien un chisme de redes sociales respecto de una triangulación amorosa, es un gran símbolo del modo de operación del correísmo.
Como mencionó Roberto Aguilar en su podcast, se trata de un audio en el que acosan a una mujer, la amenazan y además dañan su reputación. Acciones a las que los líderes políticos de ese entorno nos han tenido acostumbrados.
El que su personaje central sea Jorge Glas demuestra el porqué este audio era tan importante hasta para el mismo expresidente Rafael Correa. ¿Por qué pondría en riesgo una elección? Debe haber algo más que no sabemos, pero que la denuncia ante Fiscalía que hace la mujer amenazada lo anticipa: el evidente vínculo de Glas con los grupos delictivos.
Esta es una historia de cómo opera una estructura negativa: amenazas por parte de grupos delictivos al exesposo de la denunciante (fue amenazado por una estructura criminal); llamadas de miembros de la estructura para presionar que se deje de lado las denuncias (la denunciante hace público que las asambleístas Esther Cuesta y Paola Cabezas la presionaban); la malversación de recursos públicos con fines de defender el proyecto o a sus líderes (la denunciante estaba en rol de la Prefectura de Pichincha, pero no trabajaba allí); el mensaje del líder de la estructura para amenazar y crear insidia (Correa le dice a la actual pareja de la denunciante que ella se acostaba con otra persona mientras estaba con él). Todo es repugnante.
La ciudadanía requiere varias explicaciones. La Fiscalía debe actuar inmediatamente respecto de la denuncia de acoso de la mujer afectada. También debe indagar la malversación de fondos por parte de la Prefectura de Pichincha. Este también es un símbolo de cómo las estructuras de servicio público estuvieron -y están- al servicio de lo que ellos llaman “el proyecto”. Se debe actuar también sobre los vínculos denunciados entre Glas y los grupos delictivos.
Este es un caso de intimidación y acoso a una mujer, pero también demuestra lo que es evidente: el líder nunca pudo controlar su estructura. “Todo el mundo lo ha sabido, menos yo”, dice Correa.
Sí. Este puede ser el símbolo de que por fin reconozca que todo alrededor de su vicepresidente Glas, es impresentable. Un primer paso para que estos símbolos generen una reflexión interna y quizás el país pueda tener un proceso de desintoxicación.
Los triángulos amorosos nunca terminan bien en el poder.