Juan Carlos Holguín | Correa, la CIA… y sus cuentos chinos
Los lamentables hechos del 30 de septiembre de 2010 son un símbolo de su gobierno
Los autócratas y populistas pueden incendiar su propio país, si eso les permite gobernar sobre sus cenizas. No importa cuánto daño causen, cuánta gente se lleven de por medio. Si es que el caos reina y su proyecto se afianza, es mejor que así suceda.
El trino del expresidente Rafael Correa el pasado día domingo es alucinante. Creer en tanta teoría conspirativa demuestra que tiene demasiado tiempo libre, lo cual afecta a un país en el que aún tiene influencia política; por tanto, su adicción a las redes sociales genera permanente inestabilidad.
O la otra opción: es la confirmación de su absoluta enfermedad del ego.
Según Correa, ¡hay que estar atentos! Pues la CIA, como supuestamente lo hizo en la guerra civil de Líbano, puede cometer actos terroristas y provocar la muerte de 100 personas, para culparlo a él y a la izquierda política, y así alterar los resultados electorales. ¡Cuando ni Leonidas Iza quiere estar cerca suyo ni para una alianza política!
Por no permitir que él llegue al poder, la CIA podría incendiar la Fiscalía; o algunos hoteles en Quito y Guayaquil. También la sede de algún partido político o hacer explotar 20 gasolineras en diferentes ciudades del país; podrían existir alertas de bombas en aeropuertos o en estaciones eléctricas. Se podría destruir el oleoducto para provocar racionamientos de combustibles o destruir torres eléctricas para provocar cortes de luz. ¡Un delirio completo!
El grave problema es que no se dé cuenta de que no es tan importante como cree que es. Que se haya imaginado ser el gran ‘libertador’ después de Simón Bolívar, como otros dictadores, nos provocó el mayor período de división y odio en este país, más allá de la corrupción a gran escala que se dio en su etapa de gobierno.
No se da cuenta de que es un expresidente nada más, como muchos otros, que a diferencia de él, recorren las calles de su país y no están prófugos.
Los entornos sociales y el poder corrompen. Y como dijo Lord Acton, “el poder absoluto corrompe absolutamente”. Los líderes son muchas veces producto de sus traumas: su niñez, su educación, la sociedad. ¿Quién los corrompe? Correa mintió en su campaña de 2006. Había ido donde dijo que no había ido. Según un líder de las FARC, recibió fondos para su campaña desde esa estructura narcoterrorista. Ya en el poder, siguió manipulando a la sociedad quizás por influjo de sus asesores propagandísticos, tapando los errores que cometían algunos de sus allegados.
Los lamentables hechos del 30 de septiembre de 2010 son un símbolo de su gobierno. Son este tipo de eventos los que corrompen en el poder.
Cuando la corrupción, la mentira y el autoritarismo sobrepasan una línea, solo queda la búsqueda de la impunidad, con el poder total.
El cuento chino de un supuesto ‘golpe de Estado’, provocó muertes innecesarias, por el ego de un gobernante.
Dice la RAE que un “cuento chino” se define como un embuste. Pero no se trata de un engaño simple, sino de una mentira ingeniosa, encajada dentro de una historia fantástica.
Que no nos sorprenda si algún bufón del prófugo autócrata quiere llevar esa fantasía a la realidad solo para agradar al ‘rey’. Total, si pueden incendiar todo para gobernar sobre las cenizas, se justifica.