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Juan Carlos Holguín: Correa y Glas: cuando el ‘lawfare’es un bumerán

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...a México se le tornará difícil sostener su posición frente a Jorge Glas

Siempre será triste para el país que los nombres de sus exmandatarios estén circulando en noticias alrededor de corrupción pública.

El anuncio del Departamento de Estado de los Estados Unidos de prohibir el ingreso del expresidente Rafael Correa y de su vicepresidente, Jorge Glas, a su territorio, con el argumento de que ambos estuvieron involucrados en significativa corrupción cuando ocuparon sus cargos, tiene un impacto negativo sobre nuestro país por varias razones.

En primer lugar, es negativo que tenga que ser la justicia de otro país la que dirima frente a casos generados en nuestro país. En los últimos años, varios casos de corrupción que han tenido sendas sentencias contra funcionarios del correísmo se han ventilado en cortes americanas. El caso Isspol, el caso Gunvor, los casos alrededor de Seguros Sucre, entre otros, se han sumado al más reciente caso contra el excontralor, Carlos Pólit.

No obstante, el hecho de que estén en marcha los casos Metástasis o Purga nos demuestra el estado de descomposición de nuestra justicia. En los últimos días, de hecho, se han evidenciado los actos de corrupción en los que cayeron varios jueces y sus asesores, quienes de manera tramposa y oscura, buscaban impunidad, por ejemplo, para Jorge Glas.

En segundo lugar, es evidente que el anuncio de Estados Unidos posiciona al Ecuador de manera negativa ante al mundo. Si ya nos han afectado los problemas que se han generado desde que el correísmo perdió el poder, y en buena medida tienen su origen en su propio proyecto, como la crisis de las estructuras narcocriminales, la violencia en prisiones, los apagones, entre otros, el que un país con importancia geopolítica mencione la corrupción de los exmandatarios, genera un sentimiento de desconfianza hacia el Ecuador. Esto sumado a la fuerza política interna que tiene este movimiento, que intentará, con base en sus comunes estrategias de depredación política, regresar al poder a como dé lugar, pues este es el único espacio que, con su política autoritaria, podrían controlar.

En tercer lugar, justamente ese último efecto. La agresividad a la que nos tiene acostumbrados el expresidente Rafael Correa se multiplicará, pues más que nunca su objetivo será retomar el poder. Ha sucedido en países como Panamá o Paraguay, donde a raíz de este tipo de anuncios, los enfoques de política interna del “proyecto” se concentran para ganar la elección. Veremos entonces una campaña intensa a nivel local, con un correísmo relativizando la medida y generando una nueva etapa de impunidad.

Más allá de estos tres elementos, es evidente que esto genera un punto de inflexión en la coyuntura política del país. Se acaba así el discurso de persecusión o del supuesto ‘lawfare’.

Al ser un país con una justicia independiente el que identifica la corrupción, se generarán una serie de consultas sobre el estatus del expresidente Correa.

Al mismo tiempo, a México se le tornará difícil sostener su posición frente a Jorge Glas. Habrá que ver qué pasa ahora con el pedido de extradición del expresidente Correa que hizo el Ecuador al Reino de Bélgica.

Una pena que un nuevo legado del correísmo sea el de la corrupción identificada internacionalmente.