Juan Carlos Holguín: ¿Correa robó para las calles?
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...realmente se trata de un proyecto autoritario y populista, que utilizó la ideología de izquierda para captar el poder.
El fin de semana escuché un podcast en el que el columnista de este diario y cineasta, Carlos Andrés Vera, respondía con ‘chispa’ a la pregunta de qué esperar en esta nueva elección, mencionando que alguien le había dicho que es como la sexta vez en que “ahora sí se va a enterrar el correísmo”.
En una sociedad tan polarizada, sobre todo por la división profundizada por el modelo de gobierno de Rafael Correa a partir del año 2006, este escenario nos lleva al peor de los mundos: no se habla de proyectos de futuro, planes de trabajo, o leyes, sino de la dicotomía correísmo-anticorreísmo.
El correísmo es un fenómeno complejo. Intentan establecer en la narrativa que se trata de una nueva “revolución”, para alimentar el ego del líder, cuando realmente se trata de un proyecto autoritario y populista, que utilizó la ideología de izquierda para captar el poder.
No quiero con esto analizar su estilo de liderazgo, que indudablemente lo tiene, y por ello una parte importante del país lo continúa apoyando. Pero no es que lo piense solo yo.
Este fin de semana se viralizó un video de campaña de la candidata correísta Luisa González, en el que una ciudadana aseguraba con pasión y evidentemente sin mala intención, que “Correa sí robó, pero robó para las calles”.
En el año 2022, el historiador y académico Enrique Ayala Mora, en una columna en el medio Primicias, escribió sobre la famosa frase que reza “robó pero hizo obras”, generando una reflexión sobre el porqué se podría justificar el robo como inevitable o como mal menor.
Ayala Mora criticaba justamente a quienes justifican la corrupción pública bajo el argumento que “siempre ha existido y siempre la habrá”, sobre todo en la época en que el correísmo contó con tanto dinero en las arcas del Estado y un sistema autoritario que generalmente, dice la teoría, produce más corrupción.
Los líderes son muchas veces producto de sus traumas. Su niñez, su educación, la sociedad. ¿Quién los corrompe? Según un líder de las FARC, el candidato Correa en ese entonces, recibió fondos para su campaña desde esa estructura criminal.
Ya en el poder, siguió manipulando a la sociedad, quizás por influjo de sus asesores propagandísticos, tapando los errores que cometían algunos allegados.
Un símbolo siempre será un lamentable evento que costó las vidas de muchas personas inocentes: la crisis política del 30 de septiembre de 2010. Son este tipo de hechos los que corrompen en el poder. Cuando la corrupción, la mentira y el autoritarismo sobrepasan una línea, solo queda la búsqueda de la impunidad, con el poder total.
Los seres humanos son buenos por naturaleza. Pero los entornos sociales y el poder corrompen. Y como dijo Lord Acton, “el poder absoluto corrompe absolutamente”. Y esto es malo para el país, es malo para nuestra sociedad.
Cuando son los ciudadanos quienes de manera natural e inintencionada justifican las acciones inmorales de los líderes, así éstas hayan tenido una posible recta intención (hacer una calle, o una refinería), nos enfrentamos a una situación muy complicada: sociedades que se construyen o siguen desarrollándose sobre falsos valores que nos eternizarán en círculos viciosos.