Premium

Juan Carlos Holguín: El Ecuador en el 2025

Avatar del Juan Carlos Holguín

El Ecuador tiene una serie de oportunidades para los desafíos contemporáneos

Tendemos a pensar que estamos mal y que alrededor nuestro las cosas están mejor. “El patio del vecino siempre parece más verde”, decía un amigo que respeto mucho. Lo cierto es que empezamos un nuevo año con muchos problemas en casi todos los continentes.

La pandemia fue un punto de inflexión para el mundo. Más allá de los problemas sanitarios, recién en una década podremos ver cuánto se profundizaron las brechas entre países desarrollados y los que aún están en su vía de desarrollo. La falta de acceso a una educación de calidad, en el contexto de bajos niveles de conectividad, generarán diferencias profundas entre las sociedades.

Es comparable a las brechas que se generarán por el aparecimiento de nuevas tecnologías, en especial la inteligencia artificial. Las sociedades que puedan poner a disposición el aprendizaje del uso de estas nuevas tecnologías o programas de formación en desarrolladores con ciertos lenguajes de programación, tendrán una amplia ventaja.

Mientras en muchos países del mundo se discuten esas políticas, en el Ecuador la discusión suele centrarse en el salvoconducto de un corrupto. El daño que ha hecho el correísmo a nuestra sociedad es invaluable, pues no se trata de un análisis de fondo, como las obras o las políticas que hicieron, sino su forma de ver la política con un principio de “si no lo hacemos nosotros, no lo podrá hacer nadie”.

Para ese fin aprovechan que los nuevos péndulos no son ideológicos, sino entre oficialismo y oposición. Utilizan la depredación política como un arma eficaz, que hace más fácil la captación del poder. Por ello, para depredar al gobierno en funciones utilizan cualquier arma a su alcance: redes sociales, estructuras regionales como ‘el Grupo de Puebla’, violencia en cárceles o en calles, o situaciones tristes y lamentables como la desaparición de cuatro niños. El fin justifica los medios.

Pensamos que luego de la pandemia tendríamos sociedades más resilientes y volcadas a la concordia. La realidad es que desde que Rafael Correa hace oposición, utiliza el rencor y la división como mecanismo político para forzar el péndulo, sin pensar en el bien común. En las nuevas elecciones en nuestro país veremos si el péndulo se mueve.

Pero más allá del resultado electoral, debemos pensar en el buen futuro que tiene el Ecuador. El narcotráfico será vencido si continúa un gobierno democrático, pues se entendería que el nuevo gobierno estadounidense radicalizará sus políticas contra los carteles de droga, tras declararlos “grupos terroristas”.

Una vez que se logre controlar la operación de los carteles, se podrá incidir directamente sobre uno de los cánceres más profundos que tiene el Ecuador: la minería ilegal. Solo así podremos recuperar nuestros recursos naturales que son parte de las ventajas comparativas de nuestro país.

El Ecuador tiene una serie de oportunidades para los desafíos contemporáneos: tenemos agua, un ecosistema vital para el mundo, capacidades espaciales al estar bajo la línea ecuatorial o producción agrícola durante todo el año. El patio del vecino puede parecer más verde, pero el nuestro, una vez que se arregle, siempre será mejor de forma permanente. Empecemos el 2025 con esa misión.