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Juan Carlos Holguín | Un Embajador a la altura de nuestros volcanes

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Respetuoso de la política interna, el Embajador Fitzpatrick ha tenido la firmeza de expresar su preocupación

Es difícil como ex Canciller hablar sobre un Embajador en particular, cuando tenemos acreditados en nuestro país embajadores preparados y comprometidos. Es una realidad: el Ecuador tiene un cuerpo diplomático acreditado en su territorio, de alto nivel y eficiente.

Pero la coyuntura me exige escribir estas palabras como homenaje de despedida al Embajador de Estados Unidos en Ecuador, Michael J. Fitzpatrick, quien culmina su misión.

La historia de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y el Ecuador es una de las más antiguas del hemisferio. Se remonta a 1825, cuando el Senado americano designó a William Wheelwright como Cónsul en Guayaquil. Pocos años después, en 1839, nuestro país firmó con los Estados Unidos un Tratado de Paz, Amistad, Navegación y Comercio.

Desde esa época, Estados Unidos no es solamente el principal socio comercial del Ecuador, sino que ha sido, históricamente, un aliado fundamental en muchos ejes. Además, la dolarización implica que nuestro país tenga un vínculo aún más estrecho con ese país.

A lo largo de estos siglos, la relación bilateral fue amistosa. Salvo con la llegada de Rafael Correa al poder, en 2007, en que se generó una etapa de estancamiento entre ambos países. Por supuestos principios ideológicos, en ese mismo año, el ex presidente dispuso la salida de la Base de Manta, que era parte del plan antidrogas de la cooperación entre Ecuador y Estados Unidos, decisión que acarrea efectos negativos en la actualidad. Paralelamente se prohibió la extradición de ciudadanos ecuatorianos y unos años después, expulsó a la Embajadora de ese país.

Fue en el gobierno de Lenin Moreno que el Ecuador retomó acertadamente un camino de diálogo con Estados Unidos y profundizó las relaciones bilaterales. En este marco, fue designado el Embajador Fitzpatrick por su Senado, como Embajador ante nuestro país.

Que Ecuador haya recuperado el sendero de la democracia y la libertad fue vital para que Estados Unidos envíe a nuestro país a uno de sus diplomáticos más importantes para la región, pues venía de ocupar el puesto de Subsecretario Adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental.

Respetuoso de la política interna, el Embajador Fitzpatrick ha sabido navegar las aguas en el Ecuador. Ha tenido la firmeza de expresar su preocupación cuando la democracia ha estado en riesgo o cuando la corrupción parece que corroe todas las estructuras del Estado. Fue relevante para la lucha contra el COVID; o para que se fortalezca la sociedad civil local; para el regreso de USAID a nuestro país; o para una serie de acuerdos en el marco de la defensa y seguridad que serán vitales a futuro. Quienes hemos trabajado con él, sabemos de su respeto por nuestro pueblo y sobre todo, por sus asuntos internos. Ha sido un aliado confiable para cada poder del Estado.

Apasionado de nuestros volcanes, los ha escalado casi todos. De allí toma los principios que le han enseñado las montañas ecuatorianas. Esos mismos volcanes que fueron impactantes para otros extranjeros como Humboldt, por ejemplo. Este agradecimiento al Embajador Fitzpatrick es también para todos los diplomáticos que nos recuerdan permanentemente que este es un país especial con un futuro promisorio.