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Juan Carlos Holguín: México, Estados Unidos y Glas

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Desde 2017 su proyecto político es boicotear sostenidamente el desarrollo de Ecuador

El partido de la candidata Luisa González hubiese querido -si es que no están trabajando para ese fin- que el Ecuador siga sin luz en estos momentos. En el fondo, no les importa la gente o sus problemas diarios. Lo que alguna vez soñaron, esa supuesta reivindicación social o una posible “revolución”, se convirtió en un afán por volver al poder a cualquier costo.

En los últimos años y meses, desde su salida del poder, lo único que han hecho es conspirar contra el país. Funcionarios elegidos en las urnas, o designados, cuya misión es, desde sus escritorios o redes sociales, acechar al gobernante en funciones.

Ya lo vimos en la crisis diplomática con México: que el expresidente Rafael Correa pida sanciones a su propio pueblo, muestra el alcance de su posición. Sus declaraciones mencionando que el Ecuador debería tener sanciones drásticas tras los sucesos en la Embajada de México en Quito, lo proyectaron como un traidor con su país.

Desde 2017 su proyecto político es boicotear sostenidamente el desarrollo de Ecuador. Y lo hacen después de que fue su propia gente, que rodeó tantos años al expresidente Correa, la que volcó la historia transparentando los actos de corrupción de su propia gestión.

Correa sabe que Glas es corrupto, pues en 2017 fue su propio fiscal (que antes fue su asesor y parte de su círculo cercano), Carlos Baca Mancheno, quien vinculó al exvicepresidente en los delitos ligados a Odebrecht. No fueron Daniel Noboa o Lenín Moreno: fueron los suyos quienes transparentaron los actos ilegales de Glas o de su tío. Y aún así, a pedido de Correa, México le entregó un ilegal asilo político.

La relación con México debe preocuparnos. El presidente estadounidense Donald Trump manifestó este fin de semana, en una suerte de inicio de negociación, que el gobierno de la mexicana Claudia Sheinbaum, parte del Grupo de Puebla y continuación del gobierno de López Obrador, tiene una alianza con los carteles del narcotráfico, al “haber proporcionado refugios seguros para que los cárteles se dediquen a la fabricación y al transporte de drogas”.

Se refiere a que los dos últimos gobiernos autodenominados “progresistas” de México tienen su propia visión de que la política no debe intervenir en las operaciones ilegales y que es mejor la supuesta paz social, que enfrentar a las estructuras criminales.

Aunque el día de ayer se logró lo que podría ser una ‘tregua’ entre Trump y Sheinbaum, el gobierno ecuatoriano deberá seguir muy de cerca esa relación. En los últimos años, México ha sido refugio de políticos prófugos de la justicia de sus países, como en el caso de exfuncionarios ecuatorianos, bolivianos, paraguayos, entre otros. Con la excusa de que son parte de su proyecto progresista, conspiran desde territorio mexicano contra sus gobiernos.

Es por eso que el reciente viaje a México de los alcaldes y prefectos del partido del expresidente Correa debe generar una alarma de lo que se viene en los próximos días. No es una reunión cualquiera: es la convocatoria para recibir instrucciones de lo que se debe hacer en caso de que exista una segunda vuelta. Que no resulte que desde esa tierra inicie la depredación.