Juan Carlos Holguín: Mi país robado y Fernando asesinado
Las justicias de Suiza y Estados Unidos sentenciaron a distintas personas relacionadas a la empresa Gunvor
Minuto 41. Las imponentes imágenes de una lancha navegando por algún río de la Amazonía ecuatoriana contrastan con la preocupación y cansancio que denota el rostro de Fernando Villavicencio.
A renglón seguido, en una humilde choza de la selva, él le dice al dirigente indígena Marlon Santi que la investigación que lleva a cabo “es un tema enorme en el que estamos metidos. Él quiere nuestra cabeza”. Santi le responde que tenga cuidado con el poder, pues “es el discurso de un dictador. El gobierno quiere tapar todo lo que ustedes han denunciado”.
Ambos se refieren a Rafael Correa. El documental Mi país robado (’This stolen country of mine’), producido por Mark Wiese y dirigido en segunda unidad por Carlos Andrés Vera, fue publicado hace pocos días por la DW de Alemania y gracias a él podemos reflexionar sobre el enorme legado que dejó Villavicencio a Ecuador.
“La verdad es un instrumento muy peligroso para el poder”, menciona Villavicencio. No se equivoca: Correa y su estructura sabían que todo podía salir a la luz en algún momento. Mientras se sedaba a la opinión pública con la operación psicológica La patria ya es de todos, miles de millones de dólares de pagos de contratos petroleros con empresas tailandesas y chinas iban hacia estructuras corruptas.
No había una mejor fecha para la publicación del documental. Se ha dado en la semana en que las justicias de Suiza y Estados Unidos sentenciaron a distintas personas relacionadas a la empresa Gunvor y obligaron a esta a devolver cientos de millones de dólares por pagar sobornos a funcionarios del correísmo. Este caso también fue investigado por Villavicencio y guardaba relación con aquellos contratos petroleros con China. ¡Cuánta razón tuvo!
Minuto 73. Aparece una nota periodística del New York Times que titula “El antiguo presidente de Ecuador condenado por corrupción”. En la siguiente escena, Villavicencio menciona que esa fue su victoria. “Durante cinco años evadí al poder. Al poder más brutal que el Ecuador haya soportado en su vida republicana. Hoy ellos están presos, ellos están prófugos, están con grilletes; y yo, estoy libre”.
Es verdad. Fernando sigue libre mientras, día a día, los corruptos van cayendo. Sus ideas y sus investigaciones se mantienen en el tiempo, junto con su recuerdo. Su legado no puede acabar aquí. Debemos continuar su lucha en nuestros campos de acción. El periodismo debe continuar con valentía investigando al poder, sin miedo. Los legisladores deben ser honestos y fiscalizar al poder, quien sea que esté en él, con justicia y libertad. Todos debemos emular a Fernando Villavicencio.
En esta misma semana, también se ha desarrollado la audiencia contra los autores materiales del crimen de Fernando. Quienes jalaron el gatillo han sido sentenciados, pero aún no se conoce quiénes dieron la orden. Muentes, Cuero o Aleaga, a quienes Villavicencio acusó de querer asesinarlo, se van encontrando con la justicia.
Gracias a la presentación del documental, el mundo no tendrá dudas de la responsabilidad directa que tiene quien durante tantos años, con su odio y su perversa personalidad, puso a Fernando en la mira de la venganza. La realidad es que mi país fue robado y Fernando asesinado.